La primera me sorprendió gratamente porque me tuvo en
tensión prácticamente toda la película a base de saber crear suspense sin
medios pero con mucho oficio. Todo el que le falta a ésta. A priori, el cambio
de escenario, a las cuevas submarinas donde se encuentra una antigua ciudad
sumergida, era interesante. Pero curiosamente, la anterior, a pesar ser a mar
abierto, me creó ocho veces más sensación de claustrofobia. Además que la
propuesta me parecía muy realista. Aquí . . . venga, aceptando tiburón como
animal de compañía, transcurre medianamente normal hasta que, de repente, se
convierte en “Deep blue sea” (que ojo, a mí me encanta) y las quejicas y
lloronas niñatas se transforman en brutales heroínas. Llega el cúmulo de
despropósitos; tiburones que abren la boca y uno no sabe si es para bostezar o
para comerse a alguien, la gente va muriendo sin que parezca que le importe a
los que sobreviven, chicas con bocados tremendos que nadan como sirenas. Por
cierto, el tiburón del cartel no es que vaya ciego, es que es ciego. 3.
Es un placer
culposo. Porque no les podría haber salido más mala ni aún proponiéndoselo.
Incluso no les importa repetir planos ya utilizados o directamente robárselos a
otras películas. Pero lo que me pude reír no me lo quita nadie. Valorar
detalles como que hacen las pirañas en el mar si son de agua dulce es absurdo.
Sobre todo si tenemos en cuenta que casi se tiran más tiempo saltando por el
aire que nadando. Y lo de mega del título va muy en serio, pero mucho (hay una
que se come un helicóptero). Aunque el aumento de tamaño no es proporcional en
el cerebro porque la mayoría mueren estampadas contra . . . contra lo que sea.
Hay juegos del spectrum con mejores gráficos que los efectos visuales de la
peli. Se trata de Asylum, la productora responsable de Sharknados y
Pirañacondas, con eso lo digo todo. Recomendable ver acompañado, pero con
mascarilla, por las más que probables carcajadas súbitas. 2.
La vi después del remake de “Piraña 3D” de Alexandre Ajá y
confieso que me lo pasé bomba con ella. Y no sé si por eso o porque también
acababa en 3D pero pensé que ésta podría ser una variante de aquella con
tiburones. Pero donde Ajá no tenía pudor ni vergüenza de lanzarse a por un
espectáculo erótico festivo de sangre y gore, que contenía una de las
secuencias más brutales que he visto, aquí ponían una calificación para mayores
de 13 años. Mal empezábamos. Así que gran parte de la película se basa en sacar
a su protagonista, Sara Paxton, en bikini (hay más planos del escote y del culo
de la chica que de todos los escualos juntos) y los tonteos de su pagafantas
particular. Por el resto de personajes no se puede tener más empatía que la de desear
que mueran de una forma horrenda, cosa que tampoco pasa porque la limitación
por edades no se lo permite por lo que el film no se salva ni en los ataques de
los pececillos. 2.
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