El estreno de "Tenet" se está convirtiendo en el culebrón del verano. Tras varios retrasos, Warner decidió quitar la película del calendario cinematográfico indefinidamente, al tiempo que desplazaba a otra de sus películas más potentes del año, "Expediente Warren 3" directamente a 2021, lo que hacía pensar en que le dejaban un hueco para un posible estreno de "Tenet" en septiembre. El empeño de Nolan en sacar la película este verano está dando sus frutos pues ahora se reconoce que el plan es estrenarla a finales de agosto, el 28, en Francia, Reino Unido y España. Con ello, el director pretende tirarles un salvavidas a los cines europeos, porque la jugada es arriesgada.
Así que comentaremos su penúltima película
de Nolan, la última vista hasta ahora. Tras dar carpetazo a su trilogía sobre
Batman y resucitarlo del estado en el que lo dejó Joel Schumacher y firmar una
de las mejores películas sobre el espacio vistas en muchísimo tiempo con
“Interstellar”, cambió totalmente de tercio con una película de corte
histórico, un hecho real ocurrido en la Segunda Guerra Mundial.
Pero si alguien pensaría que eso iba a
privar a Nolan de darle su toque personal, estaba muy equivocado. Lo primero es
que escribió el guión pensando en mostrar la historia desde tres perspectivas; tierra,
mar y aire. Y aunque fuera un hecho real, él no tenía porqué mostrar la
historia de forma lineal así que lo que vemos en pantalla no es de manera
estrictamente cronológica. O por lo menos no lo está haciendo al mismo tiempo.
Pero sí
es cierto que rompe con varias de las peculiaridades habituales del director
hasta el momento. La primera es no partir de una idea inventada por él (si escribe el guion) sino de
un hecho real como base. Aunque eso ya ocurrió en “Insomnio” (la adaptación de
una novela). Y la segunda fue pasar, tras seis películas que superaban las dos
horas, incluso dos de ellas se aproximaban a las tres, a firmar esta película
con solo 107 minutos. Aunque con “Tenet” parece que vuelve a las andadas.
Pero vayamos al hecho de la historia que nos
cuenta. En Dunkerque, 400000 soldados británicos quedaron acorralados entre
las tropas alemanas, que habían invadido Francia, y el mar. De haber perdido
esos soldados, Inglaterra hubiera sufrido un colosal varapalo que le hubiera
dejado desguarecida ante Alemania y posiblemente haber cambiado el curso de la
2ª Guerra Mundial. Es por eso que esta derrota, esta retirada, fue considerada
una victoria pues privó a los nazis de asestarle un poderoso golpe a uno de los
Aliados.
Pero más que una retirada fue un salvamento.
Las tropas británicas no tenían como escapar. Los buques ingleses (para lo cual
se acondicionaron varios barcos como si fueran de guerra para la película) eran
sistemáticamente atacados por la aviación germana. Y fueron multitud de
pequeñas embarcaciones civiles quienes trasladaron gran parte de los soldados
aliados.
Como siempre, un nutrido reparto de caras
conocidas, aunque el protagonista fuera un desconocido, Fion Whitehead. Y
también andaba por allí el joven cantante Harry Styles. Pero luego había
nombres como Cillian Murphy o Tom Hardy, con los que había trabajado en “Origen”.
Y Kenneth Branagh, James D’Arcy y Mark Rylance. La sorpresa es que por primera
vez en seis películas, no tiraba de Michael Caine.
Christopher Nolan fue nominado por primera
vez como director, que ya tiene narices a estas alturas, y la película tuvo
otras siete más, pero solo se llevó los Oscars técnicos, de nuevo, el montaje,
sonido y efectos sonoros. Fue el año del triunfo de “La forma del agua”,
bastante inferior a “Dunkerque”. Y un gran trabajo de Hans Zimmer en la música
también fue ignorado. Pero las críticas fueron muy buenas y al público también
le convenció. Costó 100 millones de dólares y recaudó 525 en taquilla.
Personalmente la considero una propuesta de
puro cine, de pura tensión, muy poco diálogo, muy sencilla (para ser de Nolan)
y hasta minimalista, que se rodó en formato IMAX, por lo que en los cines
normales la imagen se veía recortada.
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