martes, 23 de octubre de 2018

Escenas Míticas: Astronautas - Space cowboys




   Clint Eastwood se apuntó a la moda noventera de los blockbusters del espacio. Dos años antes se habían estrenado “Deep impact” y “Armageddon”. Y Clint quiso probar que tal se le daba un género bastante alejado de su estilo de cine y probó que si tienes talento puedes con lo que te echen. Aunque, desde luego, se nota sobradamente su personalidad en el film y se alejó de las claves habituales.




   Porque Eastwood no realiza un simple producto de espectáculo con el deleite visual como máximo objetivo. Estamos hablando de uno de los mejores directores de las últimas décadas y eso se hace palpable en la lección que le da a los típicos directores de acción, demostrando que el entretenimiento no está reñido con una buena narración y el desarrollo de los personajes, sino todo lo contrario.



   No es una de sus mejores películas ni mucho menos, pero eso se debe a que el listón de un cineasta de este calibre es muy alto. Pero a una trama bastante entretenida y muy divertida, Eastwood es capaz de introducir sutilmente una reflexión sobre la vejez. De hecho, Clint ha ido tocando el tema de hacerse mayor en varias de sus películas a medida que se ha ido haciendo él, por lo que hay cierto toque autobiográfico, aunque sea simbólicamente.



   Paradójicamente, aunque venia de realizar varias excelentes películas como “Medianoche en el jardín de bien y del mal”, “Ejecución inminente” o “Poder absoluto, no lograron ni mucho menos el éxito que si logró con “Space cowboys”. Lo que son las cosas. Estamos hablando de un señor que, hasta la fecha ha sido nominado al Oscar en cinco ocasiones y que al llegar a esta película ya lo había conseguido por la obra maestra de “Sin perdón”. Y todavía llegaría el de “Million dollar baby”.


 
   Para colmo, aquí también se ocupa de componer varios temas musicales. Como para quitarse el sombrero. Muchos sostienen que es bastante mejor director que actor. No voy a contradecir que sea así, pero eso no quiere decir que no sea un excelente intérprete y sea un gusto verle en esa faceta. De hecho, me gustan más sus películas cuando él sale en ellas pues hay pocos actores que llenen la pantalla como él.



   Para esta película su concurso delante y detrás de la pantalla estaba fuera de toda duda. Quedaba elegir quien le acompañaría. Se llegó a pensar en Sean Connery y Jack Nicholson. Sin hacer de menos a los que finalmente participaron, de haber podido contar con Connery y Nicholson, habría sido un reparto apoteósico.



   Pero tampoco es como para lamentarse en exceso teniendo en cuenta que los que si fueron parte de ese reparto fueron nombres tan indiscutibles como los también veteranos Tommy Lee Jones, Donald`+ Sutherland y James Garner, con gran protagonismo coral. Y James Cromwell y Marcia Gay Garden en los papeles secundarios. Un lujo, vamos.



   Y Clint Eastwood supo explotar al máximo el carisma de sus actores y la enorme química que logró entre ellos. Especialmente en la primera mitad, el film tiene dos partes claramente diferenciadas, la del entrenamiento, donde hace gala de un exquisito sentido del humor, donde parodia (y autoparodia) la edad de los personajes. Pero es que la segunda parte, la de la misión, por muy inverosímil que sea, también funciona de maravilla.



   Merced a unos excelentes efectos especiales y a que no deja de ser un western espacial, donde los astronautas son esos jinetes que dan título al film y le otorgan un toque nostálgico del género favorito de su director. Se rodaron los exteriores en el Centro Espacial Lyndon B. Johnson de Houston y en el de J.F.K. de Cabo Cañaveral. Costó 60 millones de dólares y recaudó en taquilla más del doble, 130. Y con la crítica tampoco le fue mal.

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