jueves, 17 de mayo de 2018

Escenas Míticas: Operaciones especiales - Black Hawk derribado




   Es una pena que Ridley Scott no se haya prodigado más en este género pues considero ésta una de las mejores películas del director, lo que ya es decir mucho, y una de mis favoritas del género bélico, lo que es decir incluso más. Para ello, se encargó de recrear una de las operaciones militares del ejercito norteamericano que desenvocó en lo que se terminó conociendo como “la batalla de Mogadiscio”.




    Antes de meternos en faena vamos a hablar del verdadero protagonista, al menos en el título, de la historia que no es otro que el nombre del helicóptero cuya caída dio lugar a todo el conflicto y cuyo nombre, gracias a la película, ha quedado como icónico, el Black Hawk es un helicóptero que venia a sustituir al que tantas veces hemos visto en las películas de Vietnam, el Huey Bell UH-1. Por cierto, que en aquella contienda también participó el Hughes OH-6ª, que se asemeja al MH-6 de la película.



   En teoría, la operación iba a consistir en apenas una hora, lo que durara el apresar a varios de los señores de la guerra de Mohamed Farrah Aidid, líder de la resistencia somalí. Sin embargo, el derribo de uno de los Black Hawk que apoyaban la expedición desde el aire complicó todo, hasta el punto de llegar a caer un segundo helicóptero, lo que provocó que los Ranger y los Delta Force estadounidenses se enfrentaran literalmente con media ciudad de Mogadiscio. Lo que iba a ser una hora fue más de un día y se saldó con 19 soldados muertos, 73 heridos y alrededor de mil bajas somalíes.



   El guión de Ken Nolan se basó en el libro del periodista del Philadelphia Inquirer, Mark Bowen, “Black Hawk derribado, una historia de guerra moderna”. Bowen colaboró también en el guión, que se centraba más en ser en la descripción de los hechos que en tomar partido con discursos moralistas, quedando un efecto de documental de ficción. Aun así, hubo bastantes cambios del boceto inicial, más parejo con el libro del periodista.



   Como decía, Ridley Scott firmaba una de sus mejores películas y confirmaba su vuelta al primer nivel, que desde “Thelma y Louise” no había encadenado películas a su altura: ”1492, la conquista del paraíso”, “Tormenta blanca” y “La teniente O’Neill”. Pero que un año antes, 2000, había triunfado, y de que manera, con “Gladiator”, y el mismo año de “Black Hawk derribado”, estrenaba también la esperada secuela de “El silencio de los corderos”, “Hannibal”.




   Personalmente, la considero una película técnicamente perfecta, cada encuadre, ángulo, perspectiva y labor coreográfica, está ejecutada con la precisión de un cirujano. Pocas veces he visto una película tan bien rodada, teniendo muy en cuenta la complejidad de la empresa. Tiene un ritmo vibrante, atronador, extenuante; en gran parte gracias a la labor de montaje de Pietro Scalia, habitual con Scott, y con la que consiguió el Oscar, el segundo de su carrera tras el de “JFK, caso abierto”.




   No fue el único que ganó el film. El otro correspondió a una categoría de las denominadas técnicas, sonido. Inapelable. Tuvo dos nominaciones más, fotografía y director. Pero no las ganó. Porque efectivamente, a día de hoy, el señor Scott no ha sido, incomprensiblemente, premiado con el Oscar. La película cosechó excelentes criticas y funcionó en taquilla. Aunque moderadamente, no fue tampoco un éxito rompedor de público. Costó 90 millones y recaudó 170.



    El reparto estaba bien nutrido. Bien es cierto, que muy poblada de habituales secundarios, pero de buen nivel. Y otros que por entonces no tenían la repercusión mediática de hoy. Como los casos de Josh Harnett u Orlando Bloom (aún sin ser Legolas en La Tierra Media ni Pirata en el Caribe). Al igual que Eric Bana, que aún no había participado en “Hulk”, “Troya” o “Múnich”. Los acompañaban Ewan McGregor, Tom Sizemore, Jason Isaacs, William Fitchner, Sam Shepard, Nikolaj Coster-Waldau (ahora conocido como el Jamie de “Juego de tronos”) y un desconocido Tom Hardy.




   Algunas curiosidades. El nombre del personaje de Ewan McGregor se cambió para la película pues en la realidad fue condenado por abusar de su hija de 6 años, para el decoro del ejercito estadounidense. No se pudo rodar en la ciudad de Mogadiscio, que aún estaba vetada para los norteamericanos. Se hizo en Marruecos. Y hubo varias organizaciones que se quejaron de la imagen brutalizada de los somalíes.

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