Si, otra vez
futbol americano, pero desde un ángulo totalmente distinto al que vimos en “Un
domingo cualquiera”. Primero porque ni siquiera es una película deportiva, tan
solo hay una escena que transcurra durante un partido. Y si, es más, como
“Moneyball”, un film sobre el deporte, o más bien, sobre un aspecto particular
del futbol americano. Aunque podría aplicarse a cualquiera.
Y es el mundo
de los agentes deportivos, quienes venden a sus representados como mercancías
al mejor postor. Es precisamente un memorándum reclamando un trato más humano y
menos impersona lo que hace que sea despedido y, a la par, que se quede con
un único cliente. Todo un mensaje, una declaración de intenciones de lo que
prima es ese mundillo.
Pues la película
nos muestra todos los entresijos de los fichajes, los movimientos de los
equipos en los drafts, las comisiones, las luchas por un mejor contrato, con cuantos
más ceros mejor. Un negocio repleto de vendedores y vendidos, donde triunfa
quien menos ética tenga, propiamente de los caníbales morales. Es contra eso
contra lo que pretende revelarse Jerry Maguire.
Pero lo que
diferencia principalmente esta película de “Un domingo cualquiera”, es su tono
de comedia, o al menos, con un gran componente de humor. Y lo que también la
diferencia de “Moneyball” es no ser solo un film sobre deporte y si uno de
corte romántico, introduciendo de por medio la oscilante relación del
protagonista. Todos estos elementos hacen que consideremos a “Jerry Maguire”
una atípica película de deporte.
Dirigía Cameron
Crowe, anteriormente columnista de la famosa revista “Rolling Stones” y que
venia de dirigir una película con cierta fama y de corte indie, “Solteros”. Un
año después de “Jerry Maguire”, por la que fue nominado por el guión (pero no
la dirección), volvería a serlo, pero esta vez sí premiado con el Oscar por
“Casi famosos”. Sin embargo, tras ella, no ha vuelto a dirigir nada destacable,
sobre todo, tras el fiasco de “Vanilla sky”, el remake americano de la película
española de Alejandro Amenábar, “Abre los ojos”.
La película
tuvo mayoritariamente criticas positivas. Incluso fue nominada a cinco
categorías; mejor película, actor principal y secundario, guión original y
montaje, solo consiguiendo el de actor de reparto. Pero en la taquilla funcionó
maravillosamente, costó 50 millones y consiguió en taquilla 270, ósea que fue
claramente rentable.
No obstante, me llama la atención que el único premio fuera precisamente el conseguido por Cuba Gooding Jr. No pretendo quitar méritos a su interpretación, algunos la catalogaron de histriónica, pero es el típico papel que se lleva Globo de Oro (al tener categoría de Comedia o Musical) pero no Oscar. Y llama más todavía la atención teniendo en cuenta que otro candidato era un Edward Norton, prácticamente a comienzos de su carrera (tan solo tres películas en ese momento, 1996) por “Las dos caras de la verdad”.
También fue
nominado, pero como principal, Tom Cruise, quien hay que decir que está genial
pero que no pudo con Geofrey Rush. Este si fue un caso de Globo si, Oscar no.
Situación idéntica ocurrida por sus otras dos nominaciones por “Magnolia” y,
sobre todo, “Nacido el cuatro de julio”. Sinceramente, no entiendo la
animadversión que despierta este actor. Su talento me parece sobradamente
demostrado y su versatilidad también.
Completaban el
reparto, Renee Zellweger, que por entonces no gozaba de demasiada popularidad
(aún no había encarnado a Bridget Jones) y que supuso su espaldarazo. 7 años
después lograría el Oscar por “Cold Mountain”, y Kelly Preston, esposa de John
Travolta.
Personalmente, la considero una
película muy divertida, con unos diálogos increíblemente ágiles y es de esos
títulos que recuerdo con cariño. Y puso de moda la frase: “Enséñame la pasta”.
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