jueves, 18 de mayo de 2017

Escenas Míticas: Saga Alien - Aliens, el regreso





   James Cameron, del cual esperamos las siguientes secuelas de su “Avatar”, se empeñó en desmitificar aquello de “segundas partes nunca son buenas”, realizando dos de las mejores secuelas de la historia de la ciencia ficción, y del cine en general. Una de ellas fue este “Aliens, el regreso”, y la otra “Terminator 2, el juicio final”.



   Y no lo tenía nada fácil pues, aunque tampoco se consideró a “Alien, el octavo pasajero” como un rotundo éxito de taquilla e inicialmente recibiera criticas positivas y negativas mezcladas, ya ocho años después se la consideraba todo un título mítico y de culto del género. De hecho, su director, Ridley Scott, ya había firmado otro título legendario como “Blade Runner”. Por lo que el listón estaba muy alto.



   Sin embargo, llama la atención que la Twenty Century Fox dejara que fuera Cameron quien se ocupara de esta secuela. Es cierto que Ridley Scott se encargó de la primera con tan solo “Los duelistas” de experiencia, pero es que Cameron venía de “Piraña 2, los vampiros del mar”, de la cual, para colmo, salió tarifando por diferencias con los productores.



   De hecho, Cameron se interesó por esta secuela durante la gestación de “Terminator”, que tras la preproducción de esta y esperando a la incorporación de Arnold Schwarzenegger, que estaba terminando “Conan, el destructor”, aprovechó para escribir un preguion de noventa páginas. Por cierto, que después de “Aliens, el regreso” seguiría con los extraterrestres, pero de otro tipo con otro absoluto ya clásico de la ciencia ficción, “Abbys”.



   Lo que si tenía claro el director era que debía cambiar completamente el tono de la película respecto a la primera parte. Debía ofrecer algo totalmente distinto y así evitar la comparación directa con Ridley Scott. De tal manera que, si en su precedente la amenaza la representaba un único monstruo, en la secuela el número de aliens era incontrolable, cambiando el tono de suspense y terror psicológico por la acción.



   Y por el género bélico. De hecho, se inspiraba principalmente en la guerra de Vietnam. Me explico, Estados Unidos pensó que con toda su maquinaria armamentística, el conflicto se resolvería de forma rápida y sencilla. Sin embargo, la realidad demostró que la potencia tecnológica no puede con un entorno hostil y desconocido, donde el rival juega en casa. Los paralelismos son evidentes. Por cierto, todo el reparto recibió entrenamiento militar menos Sigourney Weaver y Paul Reiser, que eran los únicos personajes civiles de la historia.



   Si permanecieron ciertos aspectos, aunque modificados. Aquí Ripley ya era la protagonista total y absoluta desde el principio con un rol mucho más indiscutiblemente de heroína. Incluyeron el personaje de Newt para sacar la versión más maternal de Ripley, sustituyendo a la hija de la que no pudo ocuparse. Y se continuó con la figura del androide, aunque sin ser uno de los villanos de la película. La inclusión de un androide ha permanecido en todas las entregas de la saga, incluidas las precuelas.



   En materia del monstruo, a parte de multiplicarse, se introdujo la que probablemente sea una de las criaturas más terroríficas y mejor diseñadas de la historia del cine, a cargo del maestro Stan Winston, la Reina Alien, la cual era articulada por titiriteros, mecanismos hidráulicos y control remoto. En total, hasta 16 personas eran necesarias para darle movimiento.



   Sin embargo, Sigourney Weaver a punto estuvo de quedarse fuera del proyecto por diferencias contractuales con la productora que hasta llegó a encargarle a Cameron un guion sin el personaje de Ripley. A lo cual se negó rotundamente aduciendo que su idea giraba en torno a ese personaje. Finalmente se quedó, y en el reparto la acompañaron varios miembros del de “Terminator”, como fueron los casos de Michael Biehn (Hicks), Bill Paxton (Hudson) o Lance Henriksen (Bishop).



   Se invirtieron 18 millones de dólares que reportaron en taquilla 180. Tuvo siete nominaciones a los Oscars, incluida la de mejor actriz principal para Sigourney Weaver, consiguiendo, los mejores efectos especiales (Stan Winston diseñó personalmente la reina) y el sonido. Llegaron a considerarse sus 45 minutos finales los más trepidantes del cine. La versión extendida incluía imágenes de la colonia, el encuentro de la nave con los huevos y el destino de la hija de Ripley.



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