martes, 23 de mayo de 2017

Escenas Míticas: Saga Alien - Alien 3




   Sin duda, la secuela más demonizada y apaleada de toda la saga. Considerada casi unánimemente la peor de todas. Y como es habitual en mí, voy a defenderla, para demostrar que ni es tan mala ni fue tan fracaso, y que su mala fama se debe más al mito causado por la decepción de los seguidores ante tal ruptura estilística respecto a sus precedentes y la desmesurada expectación de esta tercera parte.




   Resulta curioso el criterio de elección de directores de cada parte de la saga. Si bien, Ridley Scott tan solo había dirigido “Los duelistas” y James Cameron “Piraña 2” (no había concluido aún su “Terminator”); este tercer capítulo le caía a otro director poco experimentado, de hecho, todavía menos, pues debutaba con esta película.



   Y no era nada fácil la empresa que se le encomendaba pues los dos precedentes estaban consideradas auténticas obras maestras del genero de ciencia-ficción y de los monsters-movies más concretamente. David Fincher estaba en una trampa mortal, más si cabe con la cantidad de dificultades que se encontró.



   La confección del guión fue un absoluto caos, reescribiéndose casi semanalmente, incluso ya en rodaje. Ésto se plasmó notablemente en el resultado final porque la versión oficial presentada en los cines partía con la muerte abrupta y mal explicada de varios de los personajes más carismáticos de “Aliens, el regreso”, y con serias incongruencias argumentales.



   Entonces, ¿por qué la defiendo? Porque “Alien 3” supone toda una evolución estética respecto a lo visto en sus dos predecesoras. Si bien volvía a la idea original de Ridley Scott con un solo alien y un retorno al terror claustrofóbico y psicológico, Fincher dejaba detalles estilísticos personales de buen director que serían las señas de identidad de su cine futuro.



   Me estoy refiriendo al tratamiento de la imagen de forma totalmente terrorífica, basada en una excelente ambientación que remarcaba la sensación de pesadilla, y remarcada con una fotografía muy oscura (la que más de toda la saga). El escenario era más opresivo y asfixiante. E incorporaba detalles novedosos para la época como la cámara subjetiva en la visión del alien.



   Prueba de ese nuevo enfoque visual y montaje de imágenes son sus títulos de crédito y su tramo final, con un ritmo brutal, aunque es cierto que algo confuso, producto de los orígenes en la publicidad por parte de Fincher. Para colmo, la morfología de la criatura era algo diferente y la forma de recrearlo mucho más, pues se recurrió a los efectos digitales (los cuales fueron nominados al Oscar). Además, volvió a cambiarse la naturaleza de las víctimas. Si en la primera parte era la tripulación de una nave comercial, en la segunda un comando de marines, aquí eran los presos de una cárcel.



   Sigourney Weaver volvía a estar soberbia, menos heroína, pero perfectamente encarnada. La acompañaron algunos secundarios interesantes, como Charles Dance (una pena no haber explotado más el personaje), Charles S. Dutton, Pete Postlewaite y un pequeño papel para Lance Henriksen (Bishop).



   Recomiendo encarecidamente visionar la versión extendida que ataba mucho mejor los cabos con la segunda parte y ofrecía un desarrollo de los personajes más adecuado. Los tijeretazos hicieron mucho daño a esta película. No obstante, aunque es cierto que se invirtieron 50 millones en la producción (más del doble de “Aliens, el regreso”), se consiguieron 160. No soy un experto en matemáticas, pero yo diría que eso es el triple de los gastado. Para mí un fracaso es cuando los gastos superan a los beneficios. Entonces, ¿dónde está ese fracaso?

   Al menos la película sirve como curiosidad del inicio de la carrera de uno de los directores de más talento en la actualidad con títulos como “Seven”, “El club de la lucha”, “The game”, “Zodiac”, “El curioso caso de Benjamin Button”. . .

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