No podía faltar alguna de las integrantes o, más bien,
versiones, de esta historia. A diferencia de los otros títulos del ciclo de
invasiones extraterrestres, la amenaza no venía desde el cielo. No había naves
ni platillos volantes arrasando nuestras ciudades, ni hombrecillos verdes o con
tentáculos. No, era mucho peor. Ya estaban entre nosotros. Ya controlaban todo.
Al menos hay cuatro versiones. La primera es de 1956 y es la que se considera como la mejor. La segunda es la que estamos comentando. Hay una versión muy libre dirigida por Abel ferrara que en España se conoció como “Secuestradores de cadáveres”. Y la última es la protagonizada por el último James Bond, Daniel Craig y Nicole Kidman, llamada “Invasión”.
Personalmente, considero la mejor “La invasión de los ultracuerpos”. Es cierto que Phillip Kaufman es un director muy irregular. Precisamente por ser capaz de llevar a cabo lo mejor y lo peor, además de no ser muy prolífico, creo que aquí firmo su mejor obra, y casi podría decirse que maestra.
Kaufman nos ofrecía una película de un tono mucho más orientado al terror y con mucha menor carga política que su predecesora. Escarvaba más en la creación de sensaciones, a través de una atmosfera asfixiante, agobiante y tensa. Ahora después hablaremos de otros sentidos y trasfondos, pero básicamente, Kaufman nos metía el miedo en el cuerpo y nos hacía dudar de todo y de todos.
Ya en los títulos de crédito filmados sobre un fondo del espacio exterior, el director se ahorraba dar más explicaciones que la de señalar que la amenaza venía de fuera de la Tierra. Pero la película se desarrollaba en torno a la suplantación de la personalidad. De no estar seguros de que o quienes tenemos realmente a nuestro alrededor.
Pero si hilamos más fino, y vaya si el film da para a ello, podríamos ver un doble sentido. Algunos quisieron ver que se hacía una parábola de la caza de brujas anticomunista de McCarthy. Sin embargo, yo lo veo una lectura más psicológica. Y es acerca de las reglas sociales prestablecidas de comportamiento. Al fin y al cabo, las vainas detectan a los humanos cuando estos muestran sus emociones, es decir, cuando son ellos mismos. ¿O no es cierto que cuando se descubría este comportamiento, la persona era señalada muy gráficamente con el dedo?
El reparto estaba integrado por varias caras conocidas,
sobretodo, claro está, en la época. Un gran Donald Shutterland, cuya última
imagen en la película encabeza este artículo. Brooke Adams, Veronica Cartwright
(muy conocida secundaria, con títulos como “Alien, el octavo pasajero”) y el ya
desaparecido Leonard Nimoy (el célebre Spock de “Star Trek”).
Por cierto, la película ahonda en ese miedo que ya explotó Wes Craven con su Freddy Krugger en la saga “Pesadilla en Elm Street” y es: “no te quedes
dormido”.
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