El pasado 19 de agosto se cumplían dos años de la muerte (suicidio) del director británico Tony Scott. Eclipsado siempre por el trabajo de su hermano Ridley, de cuya sombra no lograba apartarse, creo que consiguió, por sus méritos, tener un cine con sus propias señas de identidad, al cual dedicaremos este mes en la sección.
A pesar de contar ya con haber dirigido una película del nivel de "El ansia", que a la postre quedara como una obra de culto pero que fue un fracaso de taquilla, Jerry Bruckheimer y el también fallecido Don Simpson, que formaron uno de los tándem más provechosos en el el terreno de la producción, pusieron sus ojos en Tony Scott, y ésto supondría el primer gran éxito del director.
A propósito de la escena anterior, en la que los protagonistas se enfrentan con su F-14 a un Mig-28, dicha acepción no es real pues los Mig siempre eran numerados con cifras impares. En la escena de arriba, escuchamos el tema que tan conocido se hizo "Take my break away". Por cierto Kelly McGillis, cuyas participaciones más destacadas fueron, aparte de ésta, "Acusados" y "Único testigo", después no tendría una carrera precisamente rompedora.
Gran parte de la película está en algo que explotó muy bien Scott en su filmografía, las buddy movies, es decir, pelis de colegas. En este caso el binomio formado por Maverick y Gus se rompía al morir éste último, dando la nota dramática al argumento.
El estilo de rodaje de Tony Scott, heredado de su experiencia en el mundo de la publicidad y el videoclip, encaja perfectamente pata hacer unas escenas de combate aéreo muy espectaculares.
Aparte del lanzamiento de Tom Cruise, también aparecía otra futura estrella, que luciría con menos intensidad y durante menos tiempo, que era Val Kilmer. Además, el film y el estilo de Scott sirvió como inspiración a directores como Michael Bay, sucesor natural de él.
La mejor película de Tony Scott, al menos para mí, es El último Boy Scout.
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