Está
basada en el caso real del incidente del paso de Diatlov, en los
Montes Urales, donde en 1959 los nueve integrantes de un grupo de
estudiantes fueron encontrados muertos en muy extrañas
circunstancias. Se han hecho múltiples cábalas, documentales,
reportajes (yo conocí la historia en “Cuarto Milenio”) pero
ninguna de las teorías formuladas para dar explicación a lo que
ocurrió allí han sido totalmente satisfactoria y a día de hoy sigue
siendo un misterio. Ese era mi mayor interés por la película, que
volvía al lugar con otro grupo de jóvenes para investigar lo que
pudo pasar. De hecho, cuentan bastante bien todo el caso y hasta más
o menos la mitad transcurre con bastante realismo. Ayuda el ser
rodado como falso documental (tranquilos, la cámara no se mueve
demasiado) por un Renny Harlin que yo recuerdo que me gustaba
bastante en sus inicios y por causa de una mala racha de fracasos de
taquilla cayó en desgracia para ser más habitual en productos de
serie B como este. He dicho que la primera mitad bien pero en la
segunda, que es donde se supone que se tenía que poner interesante, pues empieza a írsele la olla, mezclando todas las teorías sobre el
caso y quedándose con la más fantasiosa y se supone más
terrorífica, pero que a mí en ocasiones me ha parecido hasta
ridícula. Una pena porque parecía que se habían tomado en serio el
tema. 4’5.
Está
basada en el corto “Night Swim”, que en realidad es el título
original que la película, ambos dirigidos por el debutante Bryce
McGuire, al que tengo que reconocerle que tiene una puesta en escena
interesante en cuanto a las secuencias de suspense. Que es justo lo que
es el corto, una buena secuencia de tensión, aunque se le nota
demasiado que toma cosas de “Tiburón” o “It”. Pero claro, a
la hora de convertirlo en un largometraje, ha tenido que construir
toda una historia alrededor que viene a seguir el ABC del género de
casas encantadas, bebiendo descaradamente de títulos como
“Poltergeist” y, sobre todo, “Terror en Amityville”, con la única
peculiaridad que todo el terror parte del interior de una piscina. Y
bueno, son precisamente esas escenas acuáticas lo más salvable
de una película que tenía mejor pinta de lo que luego en realidad
ofrece. A quien le gusten los sustos y con eso le valga, que es muy
respetable, esta los tiene, pero tampoco va a dejarte ninguna imagen
en el cerebro que te dure más de cinco minutos después de terminar.
Y eso que en el reparto, la pareja protagonista formada por Wyatt
Russell y Kerry Condon, es bastante competente y hacen lo que pueden
con unos personajes que sientes que has visto varios millones de
veces. Pero bueno, tampoco puedo decir que me he aburrido, es
entretenida, sin más. 5’5.
Podría titularse perfectamente “Que no haría una madre por un hijo” o “Mi hijo es un vampiro”. Tranquilos, que esto ya lo puedes sacar de cualquier sinopsis o del propio tráiler. Y si no, basta con poner un poco atención al cartel de la película. Y es verdad que gira en torno a esto. De hecho, uno de los puntos acertados de la historia es mostrar con un tratamiento lo más realista posible de la necesidad de sangre. Porque Brad Anderson se aleja todo lo que puede de los tópicos vampíricos y del romanticismo inherente habitualmente en este género. Hasta el punto que simplemente lo identificamos como un ser que tiene mucha sed. Y ahí entra en juego el personaje de la madre, interpretada por una muy destacable Michelle Monaghan, que solo quiere que su hijo sobreviva. Dado todo está envuelto en un drama de familia desestructurada, que en realidad, de lo que nos viene a hablar es de la enfermedad, tanto de la madre como del hijo, y de que somos capaces de hacer para salvar a un ser querido. En ese sentido, el dramático, funciona bien. No tanto en el terrorífico, porque ahí es bastante predecible. Todo lo que se te ocurre que quizá vaya a pasar, termina efectivamente pasando. Y tampoco es que ofrezca respuestas finales muy satisfactorias, lo que demuestra que lo que le importa a Anderson es más la parte dramática. Por cierto, aquí en España han puesto la coletilla al título “de Brad Anderson” como si fuera super conocido. Me ha parecido curioso. 6.
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