Cuando, a pesar de sus ya 94 años,
estamos esperando el estreno de su última película, “Juror N°2”,
teníamos que volver a representar en este ciclo al que ya es una
leyenda no solo del western sino del cine en general, Clint Eastwood.
No sabemos si hará más películas, llevamos años diciendo que en
cada nuevo estreno que será el último de su carrera y resulta que
después nos sorprende con otro.
Porque
Clint Eastwood parece dispuesto a dejar este mundo haciendo lo que
más le ha gustado hacer en él, cine. Ya sea como actor o como
director. Aquí tenemos ambas facetas porque en esta “Infierno de
cobardes” volvió a doblar funciones, por segunda vez en su
filmografía tras “Escalofrío en la noche” (que ya analizamos
también aquí).
Segunda
película como director pero primer western, y era inevitable que no
tardara demasiado en tocar este género dada la importancia que había
tenido en su carrera como actor. De hecho, en ella claramente rinde
tributo a uno de los cineastas claves en sus western como actor,
Sergio Leone.
Porque
esto estaría bastante cerca del espagueti western, o western mediterráneo, aunque no fuera rodada en Almería, España, sino en Estados Unidos, en California. Es más, hay un homenaje en la película Leone, poniendo su nombre a una de
las lápidas del cementerio del pueblo. No es el único, en otra de
ellas vemos el nombre de Don Siegel (que dirigió a Eastwood en cinco
ocasiones) y el de Brian S. Hunter (en otras dos).
Con
ello homenajeaba a los cineastas que más pudieron influir en él. E
incluso su personajes homenajean al que interpretó en diferentes
modalidades en la “Trilogía del Dólar”, de Sergio Leone.
Tampoco tiene nombre como aquellos (se hace llamar Forastero) ni un
comportamiento para nada ejemplar.
No
obstante, este sería el primero de los cuatro western que ha
dirigido, todos distintos entre sí, aunque con evidentes similitudes
de estilo, porque a pesar de sus influencias, Clint Eastwood logró
aplicarles a todos su propia personalidad. Lo mismo ocurrió después
con “El fuera de la ley”, “El jinete pálido” y su gran obra
maestra, claramente de western crepuscular, “Sin perdón”.
Curiosamente,
ninguno de esos títulos era muy fordiano. Aunque se le considera a
Clint Eastwood el último director clásico (mentira, también está
Steven Spielberg), sus western no son muy cercanos al estilo de John
Ford. Pero también se diferencia de los otros directores de western
o que le hubieran dirigido a él, en que ninguno de ellos además
había protagonizado sus películas.
Él
sí lo hizo en todas ellas, los western. Aquí junto a Verna Bloom,
Mariana Hill, Geofrey Lewis o Billy Curtis. El papel de antiguo sheriff del pueblo fue para Buddy Van Horn, el que fue muchas veces
doble del propio Clint Eastwood. Su parecido con él tenía especial
relevancia para las dos teorías sobre la identidad del Forastero.
Una
de ellas proponía que era el hermano de sheriff al que asesinaron en
público sin que nadie hiciera nada. La otra decía que él mismo era
ese sheriff, Jim Duncan, qué volvía de la tumba para vengarse. Un
aspecto que Eastwood volvería a dejar caer en "El jinete pálido", para darle un halo fantasmal a su protagonista. De hecho, en Hispanoamérica se estrenó como "La venganza del muerto". Y por lo visto, el director quiso quitar la frase final, "Era mi hermano" para que hubiese ambigüedad con su identidad.
De todos modos, el tema principal de la película es la inacción del pueblo ante el asesinato del sheriff. Inspirado en un hecho real, el apuñalamiento de Kitty Genovese, En Queens, Nueva York, se dice que ante más de treinta testigos que inexplicablemente no hicieron nada, lo que posteriormente se llamó "Síndrome del espectador". Esa pasividad que el Forastero quiere castigar, alguien que no pretende caer bien (nada más llegar "viola" a una mujer). De hecho, desprecia a todos los habitantes del pueblo. La película costó 6 millones de dólares y recaudó 16 en taquilla.
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