Posiblemente
posea uno de los tráilers más engañosos que haya visto en mucho
tiempo. Y es que si alguien ve la película atraído por su reparto
es recomendable advertirle que Henry Cavill ya no es que no sea el
protagonista, es que su contribución apenas supera la categoría de
cameo. Lo mismo le pasa a John Cena y es una pena porque se les podría
haber sacado mucho provecho. Pero es que el resto del elenco tampoco
tiene una gran participación, desde Sofía Boutella, pasando por
Ariana
DeBose
y terminando en Samuel L. Jackson. Eso
si, tiene un salvavidas llamado Bryce Dallas Howard que con su
talento, a pesar de
que
el personaje no de para mucho, y esa idea de heroína distinta del
concepto habitual, salva los muebles.
Luego está su director, Matthew Vaughn, un cineasta que me gustaba
mucho en sus inicios, sobre
todo en títulos como “Kick Ass” (las dos), “X-Men, Próxima
generación” y la primera de “Kingsman”. La segunda me
entretuvo pero ya se repetía demasiado. De hecho, alguien debería
decirle al señor Vaughn que sus últimas tres películas son la
misma solo que cambiando el título y el reparto (a veces ni eso).
Una pena, porque tenía bastante interés para mí, con ese sentido
del humor, ese gamberrismo y ese estilo visual propio, pero ahora ya
me resulta redundante.
Además, el guion básicamente es una payasada que ni siquiera es
original sino que bebe de “Tras el corazón verde” y “Operación
Uncle”. Aún así, es entretenida y Vaughn sabe montar secuencias
de acción bastante vistosas. Como la del patinaje, que creo que
busca su escena tipo Iglesia (“Kingsman”)
pero
claro, y esta es otra, sin su calificación R habitual. De
todas formas este tío tiene un problema con los metrajes y no es de
hoy. 5’5.
Me
preguntaba porque un actor del nivel de Jake Gyllenhaal se metería
en una película como esta. Tras una no demasiado larga reflexión he
llegado a la conclusión que ha sido la excusa para mazarse. Porque
seamos claros, a mí la original me gustaba mucho, pero buena, lo que
se dice buena, no era. No obstante, era muy hija de su tiempo, con
sus buenas dosis de desnudos, violencia bastante explícita, y al
final resultaba una peli simpática y a la postre muy popular. Pero
es que todo eso no lo tiene la versión que han hecho ahora. A mí lo
que más me gustaba de la de los ochenta es que realmente era un
western y seguía sus claves casi a rajatabla. Cosa que intentan
aplicar aquí, y si no, hay una niña del reparto que se empeña en
repetírtelo cada cinco minutos, no sea que el espectador sea imbécil
y no se haya dado cuenta por si mismo. O quizá es porque esa idea de
tratarlo como un western contemporáneo funcione tan mal que apenas
sea perceptible, de manera que había que poner a un personaje a
recordarlo. Además, la otra tenía a un Patrick Swayze de moda,
Kelly Lynch de fémina, Sam Elliot de amigo del prota y Ben Gazzara
de villano. Aquí tenemos a un Gyllenhaal que siempre parece que
acabe de levantarse y a Connor McGregor. Estupefacto
he leído por ahí que este era lo mejor de la película. Yo lo
siento, pero eso no es una interpretación. Si vas al zoo y coges un
orangután (no hace falta que sea el más listo) y le sueltas por el
rodaje, no creo que diste mucho el resultado. En definitiva, por
salvar algo, se han utilizado cámaras ligeras para dar realismo a la
peleas, bueno no está mal, pero vamos que tampoco es para alucinar
la idea. 5.
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