A día de hoy continúa siendo la
mejor película de la saga de precuelas, y la segunda de toda la
saga, solo por detrás del insuperable clásico de 1968. Hablo como película, quizás no sea con la que más
disfruto, que esa posiblemente sea precisamente la anterior, “El
amanecer del planeta de los simios”. Más que nada porque con esta
última sufrí de lo lindo. No en vano es de largo la entrega más
emotiva y también la más trágica.
Ya en
el momento de su estreno se hablaba de que podría haber tres, cuatro
y hasta cinco secuelas más, a pesar de que la taquilla fue inferior
a la del episodio anterior pero igualmente fue rentable, recaudando
490 millones de dólares, habiendo invertido 150. Que es
aproximadamente lo mismo que se ha empleado para la nueva secuela,
“El reino del planeta de los simios”.
Apenas
diez días después de su estreno parece que ha cubierto ya los
gastos, superando sus propias expectativas, por lo que he de suponer
que la intención de seguir rodando secuelas sigue intacta.
Argumentalmente, si siguen considerando “El planeta de los simios”,
la clásica, como referencia, les quedan a los astronautas como dos
mil años para llegar, así que hay mucho tiempo para salir contando
aventuras de simios.
Se
volvía a eliminar todo el reparto de humanos pero esta vez sí se
repetía con el director, muy satisfechos los productores con el
trabajo de Matt Reeves al frente de la película precedente y
suprimidas ya todas las dudas que en un principio suscitó sobre si
era un cineasta capaz de manejar un blockbuster.
Cosa
que se confirmaba en esta película. De hecho, se superaba a sí
mismo. Reeves cubría ampliamente la necesaria cota de espectáculo
pero donde acertaba plenamente es en tomar como piedra angular a sus
personajes, que el espectáculo estuviera a disposición de ellos y
no al revés. Algo que hemos vuelto a ver en su siguiente película,
“The Batman” y es porque Matt Reeves tiene alma de guionista y
cuida de que el guion, cuando no directamente participa en él, como
en esta ocasión, que coescribe, está bien armado y pertreche
adecuadamente a los personajes.
Un
Reeves que reconocía que el tono bélico de esta entrega le había
llevado a tomar como referencia a varios títulos de ese género,
como “El puente sobre el río Kwai”, “Patton” y, la más
evidente, “Apocalipsis Now”. De hecho, el Coronel interpretado
por Woody Harrelson le debe mucho al Kurtz de Marlon Brando en
aquella. Incluso hay un guiño muy claro, en una escena en la que se
afeita la cabeza. Y en el Ape-pocalyse.
No es
la única, el Coronel de Harrelson también es un militar endiosado,
claramente desequilibrado pero venerado por sus hombres, y también
reprendido por sus superiores. De hecho, la única batalla que se
libra en la película es entre dos ejércitos de humanos, retratando
a nuestra especie encontinua autodestrucción y mostrando una
crueldad que no disimula sus paralelismos con el holocausto nazi.
Un
Woody Harrelson que era la principal aportación “humana”. La
otra era la joven Amiah Miller, como Nova, en un guiño a la Nova de
Linda Harrison en la clásica. Algunos especulaban con la idea de que
fuera ella, pero a no ser que descubriera por el camino la pócima de
la eterna juventud, es imposible que esta Nova fuera la compañera de
Taylor (Charlton Heston) en el futuro, dos milenios después.
Les
acompañaban, por supuesto, Andy Serkis y repetía Judy Greer y Karin
Kanovel (su Maurice siempre ha sido un homenaje al actor que
interpretaba al orangután Dr. Zaius de la película original,
Maurice Evans) y la incorporación de Steve Zahn.
Todos bajo la técnica de animación Motion Capture, que consiste explicar una serie de sensores en forma de puntitos, por la cara y el cuerpo de los actores, para después recoger toda la información de sus movimientos y animarlos por ordenador para dar lugar a la imagen en tres dimensiones. Un sistema ya utilizado en películas como "Avatar" o "El curioso caso de Benjamin Button", y que volvió a ser nominado a los mejores efectos especiales, y por tercera vez volvió a perder, ante "Blade Runner 2049".
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