miércoles, 1 de mayo de 2024

Escenas Míticas: El planeta de los simios - El planeta de los simios (1968)

 


   Se estrena este mes la que se espera que sea uno de los platos fuertes de este año, una nueva entrega de la ya extensa, si sumamos sus secuelas y sus precuelas, de "El planeta de los simios" en la que se mantiene en el terreno de la segunda en un capítulo más en la aproximación a lo que ocurría en la primera película, es decir, esta, la que vamos a comentar ahora, y que se titulará “El reino del planeta de los simios”.



   Sin duda, es un clásico absoluto de la ciencia ficción. No de culto porque no pasó precisamente inadvertida en su momento de estreno, siendo la séptima película más taquillera de 1968, con 33 millones de dólares recaudados (15% dedicado al maquillaje) habiendo gastado solo 5 en ella. Además, que las críticas fueron muy positivas. En definitiva, que fue un éxito desde el principio.


   No obstante, sí es cierto que ha quedado como una película intelectual por ese mensaje final en el que invitaba el espectador a reflexionar sobre lo que el ser humano es posiblemente capaz de hacerle a nuestro planeta, en uno de los desenlaces más impactantes de la historia del cine, pero que básicamente no deja de ser una excelente película de aventuras y ciencia ficción.


   Basada en la novela homónima de Pierre Boulle, la cual fue trasladada a la pantalla con bastantes licencias. De hecho, el primer guion de Rod Serling, el primer guionista, fue rechazado por los productores, pues era demasiado fiel al libro, situando a los simios en una sociedad moderna similar a la nuestra, lo que implicaba un desembolso económico bastante generoso, por eso se optó por una revisión, de Michael Wilson, mostrando a los simios de forma más primitiva.


   De todos modos, nadie estaba muy dispuesto a llevar a cabo esta adaptación de la obra de Boulle, y las principales dudas residían en la caracterización precisamente de los simios, pues se pensaba que las máscaras que tenían que ponerse los actores harían reír al público. Para ello se realizó un pase de prueba, lo que ahora llamamos “test screen”, con la condición de que solo se seguiría adelante si no se reía nadie, lo cual no ocurrió.


   De hecho, el trabajo de maquillaje fue tan excepcional que recibió un Oscar Honorífico especial pues todavía no existía esa categoría en 1969. En esa edición también fue nominada al vestuario y la banda sonora, los cuales no ganó. La labor de caracterización se completó con las clases de mimo que recibió gran parte del reparto para simular los movimientos de los simios.


   Por cierto, maquillaje que le era tan insoportable a una de las actrices principales, Kim Hunter, cuyo papel le fue ofrecido antes a Ingrid Bergman pero lo rechazó, que necesitó Valium para tranquilizar la ansiedad que le generaba. Sin embargo, a Rody McDowall le resultaba hasta divertido, hasta el punto que un día decidió conducir hasta casa con el maquillaje puesto, lo que supuso la estupefacción de los demás conductores.


   Para el papel de Taylor se manejaron los nombres de muchas estrellas del momento, como John Wayne, Sean Connery, Steve McQueen, Paul Newman, Rod Taylor o Gregory Peck. Finalmente fue para Charlton Heston, convirtiándolo en uno de los personajes más icónicos de su carrera. Para el papel de Nova, se aspiraba a que Rachel Welch o Ursula Andress lo aceptarán. No lo hicieron, y fue a parar a Linda Harrison.


   El director fue Franklin J. Schaffner, responsable de títulos tan reconocidos como “El señor de la guerra”(con Heston también), “Papillón”, “Patton” o “Los niños del Brasil”. Tuvo cuatro secuelas: “ Regreso al planeta de los simios”, en la cual Charlton Heston aceptó participar solo con la condición de que su personaje muriera, “Huida del planeta de los simios", "La rebelión de los simios" y "La batalla por el planeta de los simios", casi en años consecutivos. Además de una serie de la que solo se emitieron catorce episodios, y una de animación, con trece. En 2001, Tim Burton realizó un remake. De las precuelas hablaremos en próximas entregas del ciclo.


   Hay un plano de la película en el que se ven representados los Tres Monos Sabios de la escultura japonesa de Hidari Jingoro, del Santuario de Toshogu, en Tokio; Mizuru, Kikazaru e Iwazaru, que simbolizan "no ver, no escuchar, no decir el mal".


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