Iba
a ser con motivo del estreno de “Dune, parte 2” pero con la
huelga de actores y guionistas se desplazó su fecha hasta marzo,
pero es igual porque este mes, para Navidad, llegará la “Rebel
Moon” de Zack Snyder, por lo que se me ha ocurrido hacer una primera
parte del ciclo de “Space óperas” ahora y una segunda para
cuando llegue la película de Dennis Villeneuve, dado que hay tantos
y tan disfrutables títulos de este subgénero donde elegir.
Vamos
entonces con una de las dos “Star” más famosas. Una es “Star
Wars” y la otra “Star Trek”. Aunque curiosamente esta última
siempre ha estado más vinculada a la televisión y sus episodios en
forma de películas no han tenido las rompedoras taquillas de la saga
de George Lucas, cuando no directamente se han estrenado en televisión.
El
motivo es bastante claro. Parte de una serie cuyo universo fue creado
por Jim Roddenberry, que realmente tampoco estuvo demasiado tiempo en
antena, entre 1966 y 1969, con 80 capítulos, y que fue cancelada por
falta de audiencia. Paradójicamente creó una legión de acérrimos
fans, los “trekkies”, que se tiraron varios años reivindicando el
valor de la serie, pidiendo que volviera a emitirse.
Lo
cual era la idea original del proyecto, lo que iba a llamarse “Star
Trek”; Phase II”. Sin embargo, el éxito incontestable de “La
guerra de las galaxias” a finales de 1977, les convenció de
convertir la propuesta en una película. Pretendían beneficiarse de
la moda creada por el propio George Lucas con la space operas pero a
la vez diferenciándose claramente de “Star Wars”.
A
la cual se veía como una visión fantasiosa más cercana al género
de aventuras que de ciencia ficción, más próxima a las novelas de
“John Carter” y comics de “Flash Gordon” (que curiosamente
tuvo su propia adaptación cinematográfica en 1980, un año después
que el de “Star Trek”). Y precisamente, “Star Trek” se
presentaba como una propuesta más seria, con un tono claramente
diferente aunque también con similitudes.
Para
ponerse tras la cámara decidieron elegir al veterano y doblemente
oscarizado, aunque por dos musicales (“West side story” y
“Sonrisas y lágrimas”), Robert Wise, que de todos modos ya había
dirigido dos películas de ciencia ficción de tono más serio como
eran “Ultimatum a la tierra” y “La amenaza de Andrómeda”. A
la postre sería su última película grande pues solo dirigiría
tres más bastante desconocidas.
Wise
aceptó hacerse cargo del proyecto por la gran insistencia de su
esposa, aficionada a la serie de televisión, una trekkie pura y
dura, que fue también responsable de que el cineasta se mantuviera
en la empresa cuando tuvo intenciones bastante reales de abandonarla
ante los constantes retrasos del rodaje de la película y los
continuos aumentos en los costes.
La
mayor preocupación de Robert Wise eran los efectos especiales, a los
que consideraba vitales para hacer la película. Por lo que
prescindía de la compañía adjudicada inicialmente para contratar a
Entertainment Efectos Group, propiedad del legendario Douglas
Trumbull, que ya se había ocupado de esa parcela en películas como
“2001, una odisea del espacio” o “Encuentros en la tercera
fase”. Precisamente de aquella tomó el mismo equipo, sumando la
subcontratación de John Dykstra, que venía de triunfar (Oscar ganado mediante) con “Star
Wars”.
Para
el reparto se quiso utilizar exactamente el mismo que el de la serie.
Si es cierto que preocupaba el envejecimiento de los actores pues
habían pasado diez años desde la cancelación de la serie. Pero era una
decisión innegociable, que hizo las delicias del fandom, con un
elenco encabezado por William Shatner y Leonard Nimoy, pero además con secundarios tan reconocibles como DeForest Kelley, James Doohan, George Takei o Nichelle Nichols, entre otros. Por cierto, muchos de los extras que aparecen son fans de la serie.
La película tuvo críticas mixtas y económicamente obtuvo un resultado decepcionante en comparación con precisamente "Star Wars", recaudando 160 millones de dólares, habiendo invertido 45 en su presupuesto. Aún así, llegarían hasta nueve secuelas y más recientemente otras tres precuelas, gracias a J.J. Abrams. Tuvo tres nominaciones al Oscar (efectos especiales, banda sonora -Jerry Goldsmith-, dirección artística). Y es la única entrega de la saga calificada para todos los públicos.
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