Vamos
con uno de esos ejemplos que tanto me gusta reivindicar en esta
sección, una película que, aunque hoy figure con buenas notas en
las principales webs de cine, en su momento no la acompañó la
crítica especializada, incluso se puede considerar que fue masacrada
por ciertos medios. Hoy no solo está consolidada como un título de
culto sino que incluso es un referente para el cine ciberpunk y es
recordada con mucho cariño por el público.
Que
si la acompañó convirtiéndola en un éxito de taquilla, logrando
263 millones de dólares de recaudación, habiendo invertido 90 en su
presupuesto. En ese momento la película francesa más cara de su
historia hasta que llegara, precisamente de la mano del mismo
director, Luc Besson, “Valerian y la ciudad de los mil planetas”,
que no corrió la misma suerte, siendo más bien, un fracaso, y que
es bastante fácil que veamos por aquí también en este ciclo de
space operas.
Besson,
que años antes había despuntado con la que a la postre
probablemente sea una de sus mejores películas, “El gran azul”,
donde adquirió más popularidad fue en el género de acción con
títulos como “Nikita, dura de matar” y “León, el
profesional”, había escrito la historia para “El quinto
elemento” con 16 años. Pero no fue hasta los 38 cuando cumplió su
sueño de llevarla a la gran pantalla.
Aparte de homenajear a clásicos como “La caja de Pandora”(1929) o
“El mago de Oz” (1939), en cineasta galo se inspiró en los
cómics de artistas compatriotas como Jean Giraud (Morbius) y Jean
Claude Meziéres, a los cuales invitó a participar como consejeros
en el diseño de producción de la película. Lo cual contrasta con
una de las polémicas que la acompañó, que el primero, Morbius,
junto con Alejandro Jodorowski, la demandaran por plagio de su saga
de cómics “El Incal”.
No
fue la única controversia, pues el film fue acusado de sexualizar a
las mujeres. Aquí entra en juego otro colaborador en la producción,
concretamente a quien encargaron el diseño del vestuario, que no era
otro que Jean Paul Gaultier. No se puede negar que los uniformes de
las azafatas del crucero espacial eran sumamente provocativos. Pero
tampoco que el “traje” de tiras blancas que tanta piel de su
protagonista dejaba al aire es uno de los más reconocibles e
icónicos del cine moderno.
Lo
que nos lleva a otro de los motivos por los que se habló de la
película, esta vez más emparentados con el campo de la prensa del
corazón. Y es que Luc Besson estaba casado con la actriz Maiwenn,
que participó en la película como la Diva Soprano, pero el director
francés, digamos que, estrechó lazos con la actriz principal, Milla
Jovovich, lo que le supuso el divorcio con Maiwenn. Posteriormente se
casaría con la Jovovich.
Matrimonio
que apenas duró dos años, para que la actriz ucraniana se volviera
a casar con otro director, Paul W. Anderson. Antes, volvería a rodar
con Besson “Juana de Arco”(película que personalmente considero
muy infravalorada). Y posteriormente se confirmaría como estrella
del género de acción en “Resident Evil”, precisamente a las
órdenes de su marido, Paul W. Anderson. Aunque su fama se la debe
más a la anterior, porque cuando fue seleccionada era una
desconocida.
De
hecho, la elegida era Elizabeth Berkley, pero el fracaso de
“Showgirls” echó para atrás a los productores. Personalmente
creo que para bien. No voy a decir que Milla Jovovich sea una gran
actriz pero su imponente presencia en pantalla me parece
incuestionable, con una de las bellezas más exuberantes que ha dado
el cine moderno y que aquí, en “El quinto elemento” estaba
genial como chica inocente, por mucho que la nominaran al Razzie junto
a su compañero de reparto Chris Tucker.
Para
el papel masculino tampoco Bruce Willis era la primera opción.
Besson quería un actor de su confianza, Jean Reno, y el estudio a
uno con gancho en taquilla, Mel Gibson, que lo rechazó. Hoy es difícil imaginar a alguien diferente a Willis en el papel, que incluso llegó a bajarse el sueldo. Le acompañaron Gary Oldman (con quien había trabajado en "León, el profesional"), Ian Holm y Luke Perry. Además de los mencionados Tucker, Maiwenn y, por supuesto, Jovovich.
Algunas curiosidades más. El idioma que habla Leeloo (Jovovich) al principio fue inventado por Lec Besson y ella misma, que tenía mucha facilidad para los idiomas, en ese momento hablaba cuatro. El maquillaje automático que lleva el emblema de Chanel (que pagó para aparecer), sería una firma con la que la actriz trabajaría posteriormente prestando su imagen. Hay triángulos por todas partes; en las runas egipcias, las pantallas de alineación del planetas, las de programación de misiles o las propias piedras, lo que suscitó sospechas como símbolos de los Iluminati. Y es de las pocas películas en las que el héroe y el villano no se llegan a ver en ningún momento.
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