Llegamos
a una de mis debilidades, una de mis películas de serie B favoritas.
La razón puede que se debiera a haberla por primera vez sin haber
cumplido ni los quince años, o quizá a la artesanalidad de sus
efectos especiales, o su ambientación claustrofóbica, o tal vez la
fascinación por una criatura que solo llegamos a ver en la parte
final, y no mucho.
Una
película a la que siempre se la ha acusado de copiar a la “Abbys”
de James Cameron cuando eso es literalmente imposible dado que se
estrenaron el mismo año con pocos meses de separación. Como tampoco
lo era otro título que sí era muy similar a “Profundidad seis”
y que también se estrenaba en 1989, “Leviathan, el demonio del
abismo” de George Pan Cosmatos, con mejor reparto y mayor presupuesto.
O
la española, aunque con reparto internacional, dado que era una
coproducción con Estados Unidos, a cargo de nuestro especialista en
serie B, Juan Piquer Simón, ”La grieta”, estrenada un año
después que aquellas y también muy parecida. No obstante, ninguna
tenía como referencia a “ Abbys”, más allá de desarrollar su
trama en una instalación submarina.
Porque
de la que todos estos títulos copiaban descaradamente era de
“Alien, el octavo pasajero” e incluso de “Aliens, el regreso”,
precisamente de James Cameron, por lo que era lógico que con “Abbys”
quisiera alejarse del tono de su anterior película y por tanto, de
todas las imitadoras, que trasladaban el escenario claustrofóbico
del espacio al fondo submarino, porque allí tampoco nadie puede
escuchar tus gritos.
El
invento iba a dirigirlo Robert Harmon, que venía de realizar la
magnífica, también de terror, “Carretera al infierno”, pero
finalmente el elegido fue Sean Cunningham, responsable de la primera
entrega, y la mejor, de “Viernes 13”, aunque venía de dirigir
una película que gozó de cierta fama por entonces, “La gran
revancha”.
Curiosamente,
el reparto estaba lleno de caras conocidas para el público pero en
relación a papeles secundarios o televisivos. Como el caso de Miguel
Ferrer, que había aparecido un par de años antes en “Robocop” y
que lo haría después en la serie “Twin Peaks”, entre otras. O el de Nia
Peeples, popular por ser una de las protagonistas de la serie “Fama”.
Nos sonará también Matt McCoy (“La mano que mece la cuna”) o
Elya Baskin (“El nombre de la rosa”).
Aunque
parezca poco, motivado por la falta de presupuesto, el trabajo para
recrear a la criatura es digno de tener en cuenta. Primero porque se
realizó una exhaustiva labor de investigación de la vida submarina,
con la teoría de las criaturas que pueden existir en un fondo marino
que realmente está poco explorado. Tomando la idea de que el
monstruo debía ser una especie de artrópodo prehistórico.
Para
darle vida se recurrió a Chris Walas para diseñarlo, que tres años
antes se había ocupado de lo propio en “La mosca”, de David
Cronenberg. Se construyó una criatura mecánica de siete metros que
había que mover, por medio de cables o incluso desde su interior, mediante
doce personas. Una de las cuales era Kane Hodder, el coordinador de
especialistas, pero también quien estuvo bajo la máscara de hockey
precisamente de Jason Voorhees, en cuatro de las entregas de “Viernes
13”. También se construyó un tanque de agua, con capacidad de 110000 galones, con quince metros de diámetro y tres de alto.
La película es obra de dos de los productores más famosos de esa época, Mario Kassar y Andrew Vajna. Aunque no hicieron un gran negocio, costó 8 millones de dólares y eso fue justo lo recaudaron, así que se quedaron igual. Además, las críticas fueron más bien negativas, aunque eso era algo de esperar. Por cierto, el cartel de la película es todo un spoiler sobre la muerte de uno de los personajes.
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