Si
tuviera que elegir una saga del slasher, sin duda sería la de
“Scream”. Hablo como saga, porque con unas más que con otras
pero con todas las entregas me lo paso bomba. Y esta última me
parece la mejor de sus secuelas, que es lo que es, una secuela, no un
reboot, como sugiere el título colocándole la coletilla del año
detrás del nombre en lugar de llamarla abiertamente “Scream 5”.
Porque
sí, están las primeras partes de “La noche de Halloween”,
“Viernes 13” o “La matanza de Texas” pero sus secuelas dejan
bastante que desear. Sin embargo, “Scream” posee unas
características que la permiten perpetuarse una y otra vez a base de
repetir la fórmula pero introduciendo pequeñas variaciones,
especialmente en esta última parte.
Además,
no tienen el problema de estar constantemente resucitando al asesino
porque cambia de identidad de una película a otra. Ghostface
literalmente puede ser cualquiera de los personajes que vemos en
pantalla. Esa es una de esas características con la que su primera
entrega le dio una vuelta a su modelo de slasher, mezclando con el
whodunit.
Pero
si por algo ha sabido sobrevivir esta saga es por su capacidad de
reírse de sí misma, su intencionada autoparodia y su autoconciencia
de lo que es, sin complejos. Que parece mentira que a día de hoy,
tras cinco películas, todavía haya gente que no se entere de ésto.
Esta saga se ríe de todos los tópicos del slasher e incluso de los
propios creados por ella, a la vez que homenajea este subgénero del terror.
En
este aspecto ha sabido actualizarse en su parodia, ya no solo del
slasher sino del género de terror en general, tocando temas muy de
hoy en día en el cine, como son lo que en la propia película llaman
“recuelas”, es decir, secuelas que funcionan en parte como
reboot, justo lo que es ésta de 2022. Pero también ironizan sobre
el llamado “terror elevado” incluso llegando a mencionar varios
títulos, “ It follows” o “Babadook”, en una exhibición de
metalenguaje cinematográfico.
Para
colmo le meten varios dardos envenenados al fandom tóxico de las
sagas, al fenómeno hater en el cine, y lo hace sin contemplaciones.
Pero si por algo trascenderá esta secuela es por ser la primera no
dirigida por Wes Craven, tras su triste fallecimiento, aunque él si
tenía intención de rodarla. Ni Craven, ni Kevin Williamson, su
guionista habitual, ni Marco Beltrami, su compositor.
El
testigo les pasó a la pareja de directores, Matt Bettinelli-Olpin y
Tyler Gillett, que previamente habían participado en “VHS” y la
divertidísima “Noche de bodas”, motivo por el cual seguramente
fueron elegidos. También se ocuparán de la siguiente, “Scream 6”.
Aunque en un principio, la ausencia de Wes Craven hizo dudar a los
actores clásicos de la saga en participar en ésta.
No
obstante, finalmente se confirmaron los regresos Neve Campbell,
Courteney Cox y David Arquette. Y más brevemente los de Skeet Ulrich
y Marley Shelton. Se incorporaron Dylan Minnette, Jasmine Savoy
Brown, Mikey Madison, Melissa Barrera y una de las nuevas “final
Girls” del cine de terror, Jenna Ortega. Y Jack Quaid, hijo de
Dennis Quaid y Meg Ryan, cumpliendo una de las tradiciones de la
saga, que el familiar de un famoso sea el asesino, como pasó con
Emma Roberts (sobrino de Julia Roberts) y Rory Culkin (hermano de
Macaulay).
Pero
la película rompe con varias reglas de las entregas anteriores de la
franquicia. Como matar un personaje en el prólogo, no lo hace hasta
veinte minutos después. O que el superviviente de la película precedente muera en la siguiente, es decir, ésta. Pero si lo haga uno de los personajes clásicos que han aparecido en las cuatro anteriores. O que las nuevas protagonistas sean ambas latinas. Y que queden hasta cuatro final girls en el desenlace. Además, es la primera vez que hay asesinatos con armas de fuego o que Ghostface utilice dos cuchillos a la vez.
Por cierto, hay un homenaje jugando con los apellidos del personaje de Melissa Barrera, que se llama Samantha Carpenter, en honor evidentemente a John Carpenter, pero que cuando se descubre su verdadero padre, su nombre pasa a ser Sam Loomis, en honor al personaje de Donald Pleasence precisamente en "La noche de Halloween". El caso es que las críticas fueron razonablemente positivas y la taquilla de 140 millones de dólares, habiendo invertido 24.
No hay comentarios:
Publicar un comentario