Seamos sinceros, buena no es la película, lo que justifica que la mayoría de las críticas fueron más bien negativas. La propuesta no puede ser más simple. Básicamente, consiste en ver a los monstruos destrozar cosas. Pero es lo suficientemente divertida, lo generosamente espectacular, cómo para hacer un buen entretenimiento desenfadado y ligero que tampoco venía a engañar a nadie.
Porque es que el producto que adapta tampoco es que tuviera una gran complejidad. Se basa en el videojuego "Rampage". Si atendemos a su trama, el jugador podía elegir entre uno de los tres monstruos y el objetivo no era otro que defenderse de las fuerzas militares y destruir la ciudad. Conseguías pasar de pantalla si lo lograbas antes de que te mataran. Y eso, en gran parte, es la película.
Aunque hay bastante diferencias. En el videojuego, el gorila es pardo, el lobo no puede tirar púas con la cola, el cocodrilo es un lagarto, y lo más importante, estos animales son en realidad personas humanas que han mutado, mientras en la película son animales mutados para hacerse monstruosos.
Pero además, en la adaptación cinematográfica, el gorila, George, es albino, para diferenciarlo del protagonista de otro videojuego, el Donkey Kong, pero también del propio King Kong, al que por otra parte referencian ambos. De hecho, en muchos momentos, el comportamiento y reacciones de George recuerdan mucho al simio gigante de la Isla Calavera. También cambiaron al lagarto del juego por un más amenazador cocodrilo con ciertos detalles de especies del pasado como los cuernos a ambos lados de la cabeza.
Dicha adaptación se pudo llevar a cabo gracias a la compra por parte de Warner Bros de la compañía Midway Games, por poco más de 30 millones de dólares, y que había desarrollado títulos tan populares como Pac-Man, Spy Hunter, Tron o Mortal Kombat. Y por supuesto, Rampage. Por cierto, Midway Games tenía su base en Chicago, que es justo la ciudad en la que se sitúa la película.
Tras la cámara está Brad Peyton, un director más habitual de series de televisión, con tan sólo siete películas en su filmografía y, sin embargo, en tres de ellas sale Dwayne Johnson, al que le une una gran amistad, que son "Viaje al centro de la tierra 2", "San Andrés" y "Proyecto Rampage", todas con abundantes efectos especiales y mucha destrucción.
Todas con bastante malas críticas pero que comercialmente no fueron tan mal. Al menos esta última, que tuvo un presupuesto de 120 millones de dólares y una taquilla de 420 recaudados.
Aunque gran parte del mérito hay que atribuírselo al actor. Un tipo que se ha labrado su estatus de estrella quizá no a base de talento pero si de carisma, que sabe dónde están sus límites dramáticos, reírse de sí mismo y que es tremendamente efectivo en taquilla.
Para prepararse como el primatólogo que interpreta en la película pasó bastante tiempo en el zoológico de Atlanta y en la Fundación Dian Fossey (la primatóloga interpretada por Sigourney Weaver en "Gorilas en la niebla") dónde llegó incluso interactuar con uno de los gorilas, un espalda plateada llamado Taz, lo que supuso una de las experiencias más maravillosas de su vida, según sus palabras.
A Johnson le acompaña Naomi Harris, Jeffrey Dean Morgan, Malin Akerman, Jake Lacy, Joe Manganiello y Marley Sherton tiene un pequeño papel en el prólogo. Como curiosidad, por muy fantasiosa que pueda parecer la tecnología descrita en la película llamada, edición genética, existe de verdad.
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