Como
ya adelantamos, “Halloween kills” es la segunda película de una
trilogía que empezaba con la que hoy comentamos y terminará con
“Halloween ends” en 2022. Aunque el título puede llevar a
equívoco y pensar que suponía un remake o reboot de la primera
película de la saga, la de 1978, del gran John Carpenter, el que se
considera el primer slasher de la historia del cine, ya bien
definido.
Pero
no, es una secuela directa de aquella, a la cual claramente rinde
pleitesía, y que vendría a sustituir a “Halloween 2,
sanguinario”. Y pretende también ocupar el lugar de sus secuelas.
Algo similar a lo planteado por “Terminator, destino oscuro” o lo
que se disponía a hacer Neil Blomkamp en la saga “Alien”,
sustituyendo la tercera parte.
Lo
más curioso es que toda la trilogía le fue encargada a David
Gordon Green, cuyo bagaje en el género de terror era nulo. Lo
contrario, en su filmografía abundan las comedias, algunas tan
absurdas como “Superfumados” o “Caballeros, princesas y otras
bestias”, aunque también alguna que otra película interesante como “Joe”.
Pero nada que hiciera presagiar que sería un buen director de
terror.
De
hecho, me parece un fenómeno análogo con el de Todd Philips, autor
de la trilogía “Resacón en las Vegas” pero que nos dejó a
todos con la boca abierta con la magnífica “Joker”. El caso es
que Gordon Green es quién hasta la fecha el que mejor ha captado el
espíritu de la película de Carpenter y ha firmado la mejor secuela
de la saga, junto a las de Rob Zombie.
David
Gordon Green homenajea constantemente a Carpenter llenando la
pantalla de planos secuencia y de cámara subjetiva. Y llevando a cabo
una serie de guiños a la película de 1978. Cómo que Michael Myers
huya del psiquiátrico donde estaba encerrado, aquí durante el
traslado, o como las muertes de la sábana blanca o el que deja
colgado en la pared. Además hay abundantes escenas que hacen
referencia a algunas icónicas de Carpenter.
Como
los registros de los armarios tirando perchas al suelo o la caída
del balcón de la casa. Eso sí invirtiendo los papeles, en este caso
es Laurie Strode quién busca y cae, y también como Myers hacía en
la original, luego desaparece. Además la “muerte” de Michael es
similar a la de “Halloween, sanguinario” quemado. Eso sí, ésta es
mucho más explícita que cualquiera de las dos primeras películas,
lo que le valió la calificación R.
La
propuesta parte de la productora Blumhouse, especializada en títulos
de terror de bajo presupuesto, que los últimos años nos ha dejado
películas muy exitosas, algunas incluso convirtiéndose en sagas
como “Purge, la noche de las bestias”, “Insidous”,
“Paranormal activity”, “Sinister, “Múltiple” o “Déjame
salir”, y que se planteó revitalizar la saga “Halloween”, cosa
que de momento ha conseguido.
Paradójicamente
la vuelta más esperada no fue la de Michael Myers, por cierto para el que
volvió quién se metió bajo su máscara por primera vez, Nick
Castle, sino la que muchos consideramos la mejor “Scream Queen”
del slasher y del género de terror en general, la gran Jamie Lee Curtis
como Laurie Strode. Les acompañaron Judy Greer, Will Patton y Andy
Matichak.
A
“Halloween. Sanguinario” le siguieron “Halloween 3, la hora de
la bruja” (que solo toma el título porque Myers no sale por
ninguna parte), "Halloween 4, el regreso de Michael Myers", “Halloween 5, la venganza de Michael Myers”,
“Halloween 6, la maldición de Michael Myers”, “Halloween H20”
(primer regreso de Jamie Lee Curtis) y “Halloween resurrección”.
Y después los dos reboot de Rob Zombie, lo más
rescatable. La de 2018 fue un éxito de taquilla, costó 10 millones
de dólares y recaudó 255.
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