El
estreno de este mes de “Halloween kills”, segunda parte de esta
trilogía de secuelas de “La noche de Halloween” de 1978, de John
Carpenter, que sustituye todas sus secuelas a partir de la segunda,
es decir, qué suponen un reboot pero solo de las secuelas, y que se
completará en 2022 con “Halloween ends”, todas a cargo de David
Gordon Green (que ha demostrado ser el más acertado en regenerar la
saga) nos sirve para volver a abordar el slasher.
Un
subgénero de terror por el que tengo especial debilidad y que tuvo
su auge a finales de los setenta y durante los ochenta, aunque sus
orígenes podrían encontrarse en el giallo italiano (de esto
hablaremos en la siguiente entrega) e incluso en un clásico como
“Psicosis”. El caso es que oficialmente se considera “La noche
de Halloween” el primer slasher.
Una
película que marcó unas pautas muy claras en cuanto al perfil del
asesino, dotado de una fuerza brutal, sin ninguna inteligencia, ni
siquiera la capacidad de hablar (ésto cambió más adelante, incluso uno de
los más famosos, Freddy Krueger, se sale bastante de la descripción).
Luego en los noventa varió bastante, sobre todo tras “Scream”.
Pero
técnicamente, slasher corresponde al asesino que mata con cuchillo,
lo cual hemos visto que puede variar mucho, usando casi cualquier
clase de arma, siempre que no sea de fuego, incluso sus propias
manos. El Leatherface de “La matanza de Texas” se servía de una
motosierra, por ejemplo. Pero los dos reyes del slasher si cumplían
con el formato, Michael Myers (“Halloween”) y Jason Voorhees
“Viernes 13”.
¿Cumple
el asesino de “La oscura noche del espantapájaros” con la
premisa? No demasiado. Sí con la del prototipo de agresor
enmascarado. Además, en su mismo año, 1981, ya “Viernes 13, parte
II” ponía un saco en la cabeza a Jason Voorhees. No fue hasta la
tercera parte donde le veríamos con la careta de hockey que le hizo
tan icónico. Pero aquí, al “espantapájaros” solo le vemos
cometer un asesinato, los demás ni siquiera le vemos en pantalla aunque se
intuya su presencia.
El
caso es que esta película para televisión me causó un gran impacto
en mi infancia. Creo que nunca olvidaré esa escena final, dónde se
completa su venganza y se revela la naturaleza sobrenatural del
espantapájaros, (hasta el momento podría ser cualquiera
disfrazado). Y eso que no tiene escenas explícitas y toda la
brutalidad de las muertes ocurren fuera de plano.
Todo
para poder adaptarla a su difusión televisiva. Porque en un
principio estaba pensada para estrenarse en cines pero la cadena CBS
se hizo con sus derechos. De hecho, su director, Frank Felita, de las
tan solo cuatro películas de su filmografía, tres (incluida ésta)
son telefilmes. La otra es una película protagonizada por Sharon
Stone (que seguramente ni ella recuerda), “Secretos íntimos”
(1991), un año antes de convertirse en la Catherine Tramell de
“Instinto básico” y explotar como estrella.
El
reparto estaba poblado por habituales de la televisión. Salvo en el
caso de Charles Durning, un excelente secundario para películas en
la gran pantalla. De hecho, en los dos años siguientes fue nominado
al Oscar como actor de reparto en las comedias “La casa más
divertida de Texas” y “Soy o no soy” de 1982 y 1983
respectivamente. En la piel del “espantapájaros” estaba Larry
Drake, que muchos recordarán por su papel, también como discapacitado
psíquico en la serie “La ley de Los Ángeles”.
Fue
la primera película en incorporar la figura de un espantapájaros
como tema central de una película. Y puso de moda esa figura en una
serie de películas de terror de serie B de la época de los ochenta. Al ser estrenada en televisión no tenemos datos de taquilla pero en general tuvo una buena acepatación por parte del público, más que para al crítica, y aún hoy se la considera una pequeña joya del slasher. En 2011 salió una edición eb Bluray con escenas adicionales.
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