Éste
era uno de esos ciclos que tenía ganas de repasar y mejorar respecto
al que ya se hizo con anterioridad, y es el estreno de la última
película de Night Shyamalan, “Tiempo”, dónde parece que vuelve
a las claves de suspense que le dieron a conocer, la excusa para
volver a repasar sus inicios como director, la mejor etapa de su carrera. Y
todo comenzó con “El sexto sentido”.
Antes
de nada, aunque doy por hecho que quién lea los artículos de estos
ciclos ya ha visto las películas que repasamos, teniendo en cuenta
que de esta película se puede hacer uno de los spoilers más
brutales de la historia del cine y por si alguien ha estado metido en
una cueva las últimas décadas, sin internet, televisión ninguna
conexión con el exterior, voy a avisar que vamos a destripar a
saco la película.
Porque
hay películas buenas y malas, pero no todas las buenas llegan a ser
icónicas. Ésta si. Merced principalmente a dos escenas megaconocidas. Una de ellas es la de “en ocasiones veo muertos”,
parodiada hasta la saciedad en vídeos en los que se cambiaba el
doblaje y usada en infinidad de memes, aún hoy en día.
Precisamente
en esa escena se daba una pista sobre la otra escena icónica de la
película, el final en el que descubrimos que el protagonista estado
muerto durante toda la narración tras el prólogo. Probablemente,
junto a “Seven” o “El club de la lucha” (estrenada en 1999
cómo ésta), la que tiene uno de los finales más catárticos de la
década de los noventa. De hecho, David Fincher compartía en sus
primeras películas esa misma seña de identidad de Night Shyamalan,
los finales sorpresas.
Aquellas
que tenían un eslogan de “no cuentes el final”. Pues bien, en
la escena del niño diciendo aquello de los muertos, se hace un zoom
sobre la cara de Bruce Willis, lo que era la primera pista de su
verdadero estado. No fue la única, su personaje solo utiliza las
prendas de ropa usadas o tocadas en la escena del prólogo cuando aún
estaba vivo. Y hay más, el tratamiento del color rojo, utilizado cuando
el mundo real se cruzaba con el sobrenatural. Aparte de que el
personaje no interactúa con nadie que no sea el niño que ve los
muertos.
Fue
la película que hizo que el nombre de Night Shyamalan irrumpiera con
fuerza en el panorama cinematográfico. Pero era la tercera de su filmografía,
curiosamente las dos anteriores no tenían nada que ver con su
trayectoria a partir de “El sexto sentido”, es más, eran comedia
y drama.
El
drama permanecería en toda su obra pero mezclado con el suspense
y, muchas veces, con el terror. Lo que marcó el estilo personal del
cineasta indio en cuanto a su peculiar manera de generar tensión, sus
movimientos de cámara, el uso de la música, los golpes de efecto y
sus finales sorpresa. Algo que hizo que las expectativas de sus
siguientes trabajos se sobredimensionaran en exceso y que a la postre
hizo que se le acusara de preparar muy bien la mesa pero ser un
tramposo en el postre.
La
estrella era un Bruce Willis absolutamente en forma pero el verdadero
protagonista fue un niño llamado Harley Joel Osment, que ya había
aparecido brevemente unos años antes en “Forrest Gump”, y que
tras esta película, por la que fue nominado para el Oscar, apareció
en “Cadena de favores” junto a Kevin Spacey y en “Inteligencia
artificial” de Steven Spielberg. Se le adivinaba un futuro muy
prometedor que desgraciadamente no se cumplió. Les acompañaban Toni
Collete (se consideró a Marisa Tomei para el papel) y Olivia
Williams. Y algo que Shyamalan empezó a hacer en todas sus
películas, hacer un cameo a lo Hitchcock.
Disney
compró el guión de Shyamalan por tres millones de dólares pero la
condición innegociable de éste era de dirigirlo en caso de llegar a
producirlo, Disney accedió. El resultado fue un rotundo éxito de crítica y público. Costó 40 millones de dólares pero es que en taquilla cosechó 670 millones en todo el mundo. Además tuvo seis nominaciones al Oscar, en las categorías de película, director, guion, montaje y actor secundario (Osment). No ganó en ninguna pero es de las pocas cintas de terror en haber sido nominada a la estatuilla, junto a "Tiburón", "El exorcista", "Cisne negro", "El silencio de los corderos" y "Déjame salir".
Ya hace mucho tiempo que la vi y sólo una vez. Pero, por lo que recuerdo, me parece una película muy tramposa y con un final absurdo, que no se sostiene. Creo recordar que Willis sólo se relaciona con el niño. ¿Y no le parece raro en todo ese tiempo no relacionarse con nadie más? No tiene sentido. Es decir, no tiene sentido que no note algo raro, no tiene sentido que no sepa que está muerto. Por lo que recuerdo.
ResponderEliminarDe hecho, la gran trampa de la película es, sobre todo, lo que pasa fuera de la película, entre escena y escena. El personaje de Willis tiene que tener su vida cotidiana y ¿no se da cuenta en ella de lo raro que es todo?¿No le parece raro no tener ninguna relación con su mujer día tras día?. Lo que no se ve en la película es lo más importante en este sentido y lo que la hace absurda. Willis ¿come, bebe, tiene sus necesidades fisiológicas...? Es decir, lo que es la vida cotidiana. Si va a comprar algo ¿no le extraña que no le atiendan?. Y así con todo ¿como es posible que no se entere de que no es normal?
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