sábado, 3 de julio de 2021

Microcríticas Express: De amor y de monstruos/Pasajero oculto/Abismo

 



   El título no puede ser más explicativo, casi es una sinopsis en si mismo. Pero es que es una de la constantes de cierto cine fantástico de los ochenta, que es al que viene a hacer referencia. Es decir, cine de aventuras para toda la familia con tono juvenil y un toque de terror (entiéndase para todos los públicos). Por lo tanto la premisa es bastante simple y típica, el viaje del antihéroe en su conversión a héroe en toda regla. Pero aún así me ha parecido muy entretenida y divertida. En gran parte gracias a su protagonista, Dylan O’Brien, que está especialmente acertado, no tomándose a si mismo tan en serio como en la saga “El corredor del laberinto”, donde llegó a hartarme. Además, la recreación de los monstruos es muy buena, mucho mejor de lo que cabría esperarse. Y tiene un par de escenas muy curiosas. Aunque desaprovecha unos personajes que el protagonista encuentra por el camino que podrían haber dado mucho juego si les hubieran dado más bola, me refiero a Michael Rooker y su joven compañera. Perfectamente podría tener una secuela, y podrían volver con esos personajes precisamente. 6.
 

   Soy consciente de la cantidad de palos que se llevó pero es que a mí no me ha parecido tan mal. Me gusta su mezcla de géneros, en un principio más afincada en el bélico, que incluso recuerda a la película “Memphis Belle”, pero que rápidamente va por el camino del misterio, también guiña a un capítulo de la serie “Cuentos asombrosos”, dirigido por Steven Spielberg, en el que un personaje está atrapado en una cabina del avión, lo que acrecenta el efecto claustrofóbico. Pero lo que le da el punto interesante es la referencia a la leyenda de los gremlins, que no se inventaron en la película de los ochenta sino que en aquella se hacían eco precisamente de una leyenda de la Segunda Guerra Mundial sobre unas criaturas a las que les echaban la culpa cuando tenían averías en los aviones. Es cierto que cuando se descubre el pastel la cosa pierde interés y que en la recta final se le va al olla y de que manera, pero hasta entonces Chloe Moretz había conseguido mantener el avión en el aire. 5’5.


   Abordo estas películas con las expectativas bajas. Soy consciente de sus limitaciones de presupuesto. Pero tengo debilidad por
el cine de “bichos” (ya sean tiburones, cocodrilos, pirañas o lo que sea) y a veces te llevas una grata sorpresa. Es lo que pasó con la predecente de ésta, “Black water”, que hacía de la falta de medios una virtud y me resultó muy realista. Sin embargo, no es el caso de la segunda (aunque no tienen relación argumental entre ellas) con la que me he llevado el mismo bajonazo que con la secuela de “A 47 metros”. Echarle un buen vistazo al cocodrilo del cartel porque es lo máximo que vais a ver de él. En toda la película saldrá entre tres segundos y tres segundos y medio. Mientras tanto nos entretienen con unos mil planos del agua iluminados con linternas en los que no pasa absolutamente nada. De hecho, puede que sea el mismo plano repetido mil veces. Lo curioso es que tiene un par de ataques bastante sorprendentes, el problema es que como te pille parpadeando pues te los pierdes. Que nadie se espere un “El territorio de la bestia”, “Mandíbulas” o “Infierno bajo el agua”, que si son pelis de cocodrilos chulas. 3.

 

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