A
algunos les puede parecer que el meter este título en el ciclo de
posesiones está un poco por los pelos y casi con calzador. Pero la
explicación es bastante sencilla. Aunque inicialmente la trama
presenta un personaje que sufre una serie de lesiones emparentadas
con las que sufrió Jesucristo, es decir, estigmas, a lo largo del
desarrollo de la historia, se plantea que la razón es una posesión,
bien la de uno de los apóstoles o del propio demonio.
En
la fé cristiana, los estigmas se refieren a una serie de heridas que
se corresponden con las que Jesucristo recibió en la “Pasión”,
justo antes o durante su crucifixión. Normalmente sufridas en la
piel de muy devotos seguidores religiosos. Lo cual no es el caso de
la protagonista, y eso ya tiene un mensaje en sí mismo.
De
forma sumamente efectista, Frankie Page (Arquette) manifiesta todos
los estigmas uno detrás de otro, pero como si lo sufriera de igual
forma que Jesús, no solo apareciendo las heridas. De tal forma, va
siendo “atacada” por los estigmas; los clavos en manos y pies, la corona de espinas o la flagelación. La
forma en como nos lo presentan es uno de los atractivos de la película.
Tampoco
vamos a decir que sea un film con fines reivindicativos o de
denuncia. Hay que dejar claro que es un producto puramente estético
y por tanto comercial. Aún así, figura en muchas listas como una
película religiosa y más concretamente como una de las más
controvertidas de la historia del cine en función del revuelo que
levantó en relación con la reacción de la Iglesia, que la
catalogaba de blasfemia.
Las
razones son dos. Una es basarse en un texto de origen gnóstico
(místico), considerado apócrifo (es decir, no canónico y aceptado
por la Iglesia Católica) encontrado en Egipto, el “Evangelio de
Tomás”, que básicamente venía a echar por tierra la construcción
de cualquier edificio (sea Iglesia, catedral o lo que sea) en su
nombre así como toda la parafernalia creada por la Iglesia (obispos,
sacerdotes, Papa) en su nombre pues él estaba en todas partes. La
otra es plantear una conspiración en pleno seno Vaticano. Aparte de una relación amorosa entre una mujer y un sacerdote.
Lo
cual generó una gran polémica que a la película le sirvió de
publicidad extra por mucho que su director se empeñaba en señalar
que había sido respetuosa con la imagen de la Iglesia. Pues menos
mal porque los pone a caer de un burro. Un Rupert Wainwright venido
del mundo de la televisión y el videoclip, lo cual se hace bastante
patente en el efectismo con el que presenta las imágenes más
impactantes de la película.
Éste
fue su primer film en pantalla grande. El segundo (y último) fue el
remake “Terror en la niebla”, bastante fallido la verdad, al que
tampoco beneficiaba ser comparado con un maestro de la serie B como el
gran John Carpenter. Por cierto, a su estética videoclipera se le
sumaba el encargar la banda sonora al líder del grupo de rock
“Smashing Pumkins”, Billy Corgan, haciendo un buen trabajo.
Tiene
un reparto bastante competente a pesar de lo que pudieran decir
algunos críticos en su momento. Como fueran los comentarios
recibidos por Patricia Arquette y Gabriel Byrne (quién incluso
recibió una nominación al Razzie). Paradójicamente, ese mismo año,
Byrne interpretaría al mismísimo diablo en “El fin de los días”.
El elenco lo completaban Jonathan Pryce, Nia Long y Portia de Rosi.
Respecto
a los que dijeron de Patricia Arquette carecía de ningún talento, a
pesar de ya haber dejado muestras de él en su anterior película
“Carretera pérdida” de David Lynch, tan solo unos años después
recibió su primer Emmy, en 2005, por la serie “Medium”. Premio
qué volvió a ganar en 2019 por “The act”, por lo que además
ganó el Globo de Oro. Premio en el que también repetía, siendo su
tercer galardón de este tipo. Aunque su mayor reconocimiento fue por la
película "Boyhood", por la que ganó un Oscar y un Bafta. O sea que el
recuento es de 1 Oscar, 1 Bafta, 2 Emmys y 3 Globos de Oro. No está mal
para no tener talento. Que dios les conserve la vista a algunos.
La película no tuvo muy buenas críticas pero al público si le gustó. Hoy en día sigue siendo recordada positivamente. Costó 30 millones de dólares y recaudó en taquilla casi el doble, 89 millones. Como curiosidad, la estatua que sale al final de la película, al fondo, es la de San Francisco de Asís, considerada la primera persona en tener estigmas.
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