Su
secuela fue otra de las víctimas cinematográficas de esta pandemia que
debería haberse estrenado hace prácticamente un año y que tras
varios retrasos, lo hará finalmente. Por cierto que contará con la
inclusión de Cilian Murphy y Djimon Hounsou en el reparto.
Hay
que señalar que esta película venía de la mano de la productora
creada por Michael Bay junto a Brad Fuller y Andrew Forma, Platinum
Dunes. Que se ha estado dedicando desde 2001 a hacer reboots de
películas de terror clásicos ya, como "La matanza de Texas”,
“Carretera al infierno”, “Pesadilla en Elm street”, “Viernes
13” o “La morada del miedo” (Amytiville). Vale, no todas con
el mismo acierto pero algunas de ellas bastante interesantes.
No
es ningún reboot lo que nos ocupa hoy pero hay que reconocerle el
mérito a Bay de traernos una de las mejores monster movies de los
últimos años. Y uno de sus mayores éxitos. La fórmula de Platinum
Dunes es hacer una inversión generosa pero contenida, con
presupuestos como el de ésta, de 17 millones de dólares. En este
caso el negocio fue redondo porque recaudó en taquilla 340.
Pero
el gran acierto es haberle dado las riendas a John Krasinski. Una
elección casi clarividente porque es toda una sorpresa lo bien que
resultó la idea. De hecho, Krasinski es un actor más bien de perfil
bajo, que aparece normalmente de secundario. Ojo, que para nada me
parece malo pero solo hay que repasar su filmografía como actor. Y
como director, solo había dirigido dos películas, ambas a caballo
entre el drama y la comedia, y no precisamente muy bien valoradas por
la crítica.
Sorprende,
por tanto, que le dieran la responsabilidad de reescribir el guion,
hasta el momento en manos de Scott Beck y Bryan Woods, y diera la
versión definitiva. Un buen guion, por cierto. Y sorprende aún más
que le encomendaran la dirección. Porque Krasinski se destapa como un
gran director de terror, rodando magníficamente las escenas de
suspense. De hecho, algunas de ellas resultan asfixiantes.
Krasinski
confiesa que se planteó como referencias principales películas como
“Alien”, “No es país para viejos” y “ En la habitación”.
Aún hoy desconozco qué pueden tener en común las dos segundas con
la primera. Porque si es cierto que él pretendía hacer una metáfora
sobre la familia y más concretamente sobre la paternidad pero
básicamente es una monster movie en toda regla.
Cuadra
mucho más las películas con las que se documentó, ante su
manifiesta inexperiencia en el género, para rodar escenas de
suspense. Éstas fueron “No respires”, “Déjame salir” y
“Tiburón”. Y esa mezcla de drama familiar y terror salió
prácticamente perfecta pues fue muy bien valorada por la crítica
profesional que la calificaba como “terror inteligente”, a la
altura de títulos como “The babadock” o “La bruja”.
Por
cierto, otro de los aciertos fue la creación de las criaturas, qué
Krasinski sabe dosificar su exposición pero cuyos efectos especiales
le valieron incluso una nominación al Oscar en 2018. Aunque el mejor
efecto especial es el sonoro y de como juego con el tema del silencio.
Recuerdo estar viendo la película en la sala en total ausencia de
ruido, lo que daba una sensación extra de tensión. Uno no quería
ni comer palomitas para no romper el silencio.
No
como en buena parte de los títulos de este género, aquí los
personajes importan y mucho, y el reparto logra que empaticemos con
ellos. Junto a John Krasinski, que además de guionista y director,
ejerce de protagonista, está la que también es su esposa en la vida
real, Emily Blunt, aspecto relevante porque ambos acababan de ser
padres de su segundo hijo. Ella repite en la secuela junto a los
niños, Millicent Simmonds y Noah Lupe.
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