FICHA TÉCNICA
Título: Suspiria.
Dirección: Luca Guadagnino.
País: Italia
Año: 2018.
Duración: 152 min.
Género: Terror,
fantástico, thriller.
Interpretación: Dakota
Johnson, Tilda Swinton, Chloë Grace Moretz, Mia Goth, Jessica Harper, Sylvie Testud,
Angela Winkler, Malgorzata Bela, Renée Soutendijk, Ingrid Caven, Lutz
Ebersdorf, Vanda Capriolo, Toby Ashraf, Fabrizia Sacchi, Elena Fokina,
Christine Leboutte, Olivia Ancona.
Guión: Dave
Kajganich (Personaje: Dario Argento, Daria Nicolodi).
Producción: Marco
Morabito, Brad Fischer, Luca Guadagnino, David Kajganich, SilviaVenturini,
Francesco Melzi d'Eril, William Sherak, Gabriele Moratti.
Música: Thom Yorke.
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom.
Distribuidora: Amazon
Studios.
CRÍTICA
SINOPSIS: Una
joven bailarina norteamericana ingresa en una de las escuelas de baile más
prestigiosas del mundo, en Berlín. Sin embargo, en ese edificio comienzan a
ocurrir cosas extrañas y, al parecer, ya llevaban pasando desde antes de su
llegada. Algo se trama allí que tiene que ver con ella.
LO MEJOR: Independientemente de la opinión que
tengo sobre ella, tengo que aplaudir la valentía de Luca Guadagnino que, aparte
de cambiar radicalmente de registro respecto a si anterior película, “Call me
by your name”, ha realizado un imponente ejercicio de estilo personal, con una
dirección puramente de autor, sin importarle lo más mínimo los intereses
comerciales, es decir, la taquilla (que será mala), y que está destinada a
partir la opinión pública (profesional o no) como buen posible título de culto
que se precie. Una propuesta pero que muy arriesgada que se aleja lo más que
puede del original y aún así podría resultar incluso complementaria con
aquella. Pero insisto, Guadagnino se parta de un manotazo las sospechas de que
podría realizar una copia de a de 1977. Mientras en ella imperaba un colorista
tono basado en el expresionismo alemán, que le daba un pretendido aire de
cuento de hadas, y a la vez enarbolaba la bandera del giallo; esta nueva
versión es mucho más oscura, gris, opresiva, malsana e incómoda para el
espectador. De hecho, ni siquiera cumple los cánones del slasher italiano. Una
película de terror sin sustos pero de una intensa atmósfera, que se permite el
lujo de plantear un mensaje político, aunque sea como entorno social de la
época y lugar en la que se encuadra. Otra de las diferencias más evidentes es
la relevancia de la danza (en la de Argento era un mero pretexto) que en el
argumento es vital para la trama, usándola como vehículo ritual. El resultado es
un film psicoanalítico, en ocasiones onírico, y en otras demencial, que hay que
dejar reposar para que su maduración te ayude a apreciarla.
Interpretación: Aunque el reparto es
totalmente de mujeres, no me parece que sea con sentido feminista, como muchos
aprovechan a apuntar. Sino a que el ámbito de la brujas está relacionado
culturalmente con las mujeres. Pero es que hasta el papel del personaje
masculino está interpretado por una nuevamente fantástica Tilda Swinton, que
además se mete en la piel de otros dos personajes más. Pero es justo reconocer
el trabajo de Dakota Johnson, una actriz que nunca me ha cautivado pero que
aprecio el esfuerzo de desembarazarse del recuerdo de “Cincuenta sombras de
Grey”, mostrándose una evolución palpable como actriz. Un proceso por el que
pasaron (aún lo hacen) Daniel Radcliffe o Kristen Stewart, por ejemplo. Lo que
si me parece un gran error es desaprovechar de esta manera a alguien como Chloe
Moretz, con apenas escena y media. Eso si, no creo que sea casualidad que su
caracterización se asemeje tanto a la de la líder del grupo terrorista Fracción
del Ejército Rojo, Ulrike Meinhof, reforzando el mensaje político del film.
Completa el reparto la siempre sugerente Mia Goth.
Escena (spoiler): La película puede
gustar o no pero lo que es innegable un par de secuencias que difícilmente
podrá quitarse de la cabeza el espectador tras su visionado. Una de ellas es la
horrenda muerte de Olga, cuyo cuerpo es literalmente retorcido, crujido y
masacrado en una sala repleta de espejos paralelamente al violento baile que
encarna Dakota Johnson en el salón principal. La otra es el aquelarre, sin
duda, una de las escenas más visualmente impactantes del año. Un festival de
sangre y brutalidad que te deja con los ojos como platos. Por cierto, hay
algunos guiños al original pero bastante sutiles. Como el que pone Suspiria en
la estación de metro, bueno no es muy sutil. O las cortinas para tapar los
espejos en el salón, o el conteo de pasos para descubrir salas ocultas en la
escuela. Pero sobre todo, el cameo de Jessica Harper, protagonista de la
versión de 1977.
LO PEOR: Pero podría haber sido mejor de no
excederse tanto en un metraje que se va a las dos horas y media
innecesariamente, una hora más que el original nada menos. Perdiéndose en
subtramas secundarias que nos sacan varias veces del entorno claustrofóbico de
la escuela, reduciendo ese efecto en la película.
CITAS: “Al principio me daba cosas, un
equilibrio especial”. “Quiere penetrar en mi interior. La noto. Y puede verme”.
“Cuando se vaya la danza de otro, te conviertes en un reflejo de su creador”.
“En ese edificio no todo es lo que parece”. “Tres madres, tres deidades, tres
demonios. Oscuridad, lágrimas y suspiros”. “Fuera todo es un desastre. Fuera
está por llegar”.
REFERENCIAS: Se aleja totalmente de
la película de Darío Argento. La sensación que me dejó fue similar a la que me
deja el cine de Aronofsky, especialmente en “Madre” o “Cisne negro”. Aunque el
tramo final me ha recordado más a “Hereditary”.
CONCLUSIÓN: 7’5. Arriesgado
ejercicio de estilo de Guadagnino empeñado en no parecerse al original de
Argento.
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