martes, 4 de diciembre de 2018

Escenas Míticas: Especial Slasher - Pesadilla en Elm Street





   Sin duda, descendiente de la moda slasher creada por John Carpenter en “La noche de Halloween”, Wes Craven, ya seis años después del estreno de aquella, introdujo varias variantes tanto en el perfil de su asesino como en el tono de la película, metiendo el componente fantástico y paranormal, como renovación de una fórmula que empezaba a dar síntomas de degaste. Algo similar ocurrió con los slashers de los noventa como “Scream” (también de Craven) y “Sé lo que hiciste el último verano”.




   Y es que nadie puede negarle a Freddy Krueger ser un icono del cine de terror de los ochenta que incluso para muchos está por encima de sus otros “compañeros” slashers. Pero Freddy ya presentaba importantes diferencias. De primeras, solo existe en el mundo de los sueños. No es verdaderamente real, aunque si podía matarte. Pero había más distintivos respecto a Leatherface, Michael Myers o Jason Voorhees. Por ejemplo, no lleva máscara, aunque si tiene la cara desfigurada, quemaduras para más señas. Su arma es un guante cuyos dedos son enormes cuchillos. Un manostijeras asesino. Y la más importante, es inteligente y puede hablar. De hecho, lo hace bastante.



   Uno de los ganchos que siempre me ha parecido más astuto de esta película es trasladar el riesgo a cualquier lugar. Cualquiera que se durmiera podría sufrir las cuchillas de Freddy. Para evitar ser víctima de Leatherface, Myers o Jason tan solo había que evitar por ir cierta ruta de Texas, Haddonfield o Crystal Lake. Pero Freddy podía atacarte en tu casa, en tu cama, o donde fuera que te pudieras quedar dormido. Hacía referencia a algo tan antiguo como los terrores nocturnos.



   Pero como tantos, tuvo su inspiración en una historia real. Resulta que en los años setenta, un grupo de refugiados camboyanos que huyeron del genocidio que estaba ocurriendo en su país, a Estados Unidos, comenzaron a tener unas aterradoras pesadillas que provocaron que muchos de ellos se negaran a dormir. Poco después varios de los que dormían murieron durante el sueño, no pudiendo nunca llegar a explicarse la razón. Se determinó como una especie de “muerte súbita” a la que llamaron “síndrome de muerte asiática”.



   Había más diferencias con las sagas de “La matanza de Texas”, “Halloween” o “Viernes 13”, que tenían en común que sus creadores; Hooper, Carpenter y Cunningham estaban en la primera etapa de sus carreras. Sin embargo, Wes Craven llevaba más de doce años desde su primera película hasta esta “Pesadilla en Elm Street”. Ya había dirigido “La última casa a la izquierda” y “Las colinas tienen ojos” varios años antes, y llevaba varias películas sin demasiado éxito.



   Curiosamente, fue el propio Craven quien volvió a renovar el genero slasher en los noventa y precisamente homenajeado a los clásicos setenteros y ochenteros, pero creando un nuevo icono de asesino serial con máscara como fue Ghostface. De hecho, la última película del director norteamericano, que nos dejó en 2015, fue “Scream 4”.



   En el reparto estaba la scream-queen teen del momento, Heather Langenkamp (todas las recordamos en esa escena en la bañera con las cuchillas de Freddy avanzando entre sus piernas). En el casting, que fue multitudinario, se llegaron a probar a unas doscientas actrices, entre las cuales estaba Jennifer Grey ("Dirty Dancing") y Demi Moore. Completaban el reparto, John Saxon y, como no, Robert Englund, que a diferencia de los otros asesinos slashers, interpretados por múltiples actores, solo interpretó él. Salvo en el remake, que correspondió a Jackie Earle Haley.


 
   Algunas curiosidades, inicialmente Freddy Krueger iba a ser un pederasta al que los vecinos de la calle Elm le daban su merecido para proteger a sus hijos. Algo que plantea el remake. Pero Wes Craven decidió finalmente que fuera un asesino de niños y no que tuviera que ver con nada sexual. El nombre venía de un tal Fred Krueger, un abusón que la tenía tomada por Craven en su infancia. Ésta fue su venganza personal. La escena de la sangre saliendo de la cama, se rodó al revés. Es decir, en realidad la sangre sale del techo, de ahí la enorme fuerza con la que sale.



   Por cierto, que la calle Elm está en Postdam, Nueva York, pero existe otra calle Elm, en los aledaños de la Plaza Dealy, en Dallas, ya sabéis, donde mataron a John F. Kennedy. Hasta el momento se han hecho ocho películas en relación al personaje de Freddy Krueger, incluyendo un remake y un crossover donde se enfrentaba a Jason. Tuvo bastantes buenas críticas y fue bastante rentable. Costó menos de dos millones de dólares y logró en taquilla 26. De hecho, en general los slashers son buenos negocios.

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