Hacía tantos años que llegué a dudar si realmente la había visto y tocaba una revisión que se me antojaba con no poca pereza por su duración (supera las tres horas) y porque lo poco que recordaba era lo pesada y lenta que era. Pues bien, para nada. Me ha resultado sumamente interesante este repaso a los inicios de la NASA, estos pioneros del salto al espacio. Todo ésto si te gusta el tema, como es mi caso.
Pero para situar la película, que es una reconstrucción histórica de los hechos reales, es verdad que muy bajo el prisma del enfoque americano (luego explicaré porque), hay que aclarar que fue el Proyecto Mercury. Éste fue el primer programa espacial desarrollado por los Estados Unidos para contrarrestar los logros de la entonces Unión Soviética en su carrera por la conquista del espacio. Después vendrían los proyectos Gemini, Apolo, Soyuz, Skylab y el Transbordador espacial.
Las misiones Mercury se dieron lugar entre 1961 y 1963 pero el proyecto se inició en 1958 tras conocer que los rusos habían lanzado el Sputnik, el primer satélite en orbitar alrededor de la tierra. El objetivo del Mercury no solo era igualar tal hazaña sino superarla, logrando mandar a un hombre en una de sus cápsulas.
Pero tampoco consiguieron anotarse esa meta porque los soviéticos también se adelantaron en eso, colocando al célebre Yuri Gagarin en órbita. Se dice que ésto se logró por muy poco pues los estadounidenses se disponían a mandar un hombre al espacio, pero continuos problemas técnicos producidos por las prisas y la precipitación hicieron que se pospusiera el lanzamiento.
Pero como decía, la película tiene un descarado punto de vista patriótico pues se mencionan esas grandes historias soviéticas casi de pasada, sin incidir en el fracaso que suponía para Estados Unidos, el Sputnik y Gargarin. De hecho, cualquiera diría viendo la película que eran los norteamericanos los que llevaban la delantera, recalcando, por ejemplo, el poderío de su aviación, al ser los primeros en romper la barrera del sonido. Pero la verdaderamente cierto es que iban a remolque en la carrera espacial.
Si es cierto que con las campañas Mercury y después Gemini, lograron equilibrar la balanza. Y ya con el proyecto Apolo, por fin consiguieron tomar la delantera con la llegada de Neil Amstrong a la Luna a bordo del Apolo XI. A partir de ahí, fueron los Estados Unidos quienes siempre han ido en primera posición. La nueva carrera espacial, la actual, es por la colonización de Marte, que Estados Unidos se disputa con una resucitada Rusia y la emergente China.
Al mando de la nave estaba el irregular director Philip Kaufman que venía de firmar la que considero la mejor versión de la saga en “La invasión de los ultracuerpos” y tras, “Elegidos para la gloria” (por la que fue nominado), realizaría algunas películas de calidad como “La insoportable levedad del ser”. Y otras comerciales como “Sol naciente”.
El reparto era realmente impresionante; Ed Harris (curiosamente también participó en “Apolo 13”), Scott Glenn, Sam Shepard (nominado como secundario), Dennis Quaid, Fred Ward, Bárbara Hersey, Pamela Reed, Verónica Cartright, Lance Heriksen y Jeff Goldblum. La película tuvo ocho nominaciones en 1983, de los cuales solo obtuvo la mitad y en categorías técnicas como sonido, efectos sonoros, banda sonora y montaje. En su defensa hay que decir que se enfrentó a la favorita de ese año, “La fuerza del cariño”. En la taquilla salió comida por servida. Costó 22 millones y prácticamente recaudó lo mismo.
La película si repasa fielmente algunos hechos, como la negativa de la esposa de John Glenn (por cierto, después se hizo senador y volvió a subir al espacio con 71 años) al vicepresidente Lyndon B. Johnson para salir con él por televisión durante el lanzamiento se su marido. La polémica por la perdida de la segunda cápsula, la de Gus Gerissom (al que se responsabilizó) en el océano. O la pugna con los astronautas, que exigían una escotilla en la Mercury 1 y poder tener cierta capacidad de maniobrabilidad.
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