Es difícil
que a alguien se le mencione el nombre de “Candyman” (una vez, tranquilos) y no
sepa de que estamos hablando. Sin embargo, considero que la película fue
injustamente tratada por público y crítica. Es cierto que, en su momento, ésta última
no la recibió mal, pero me llama la atención que aún hoy, cuando es considerada
un título de culto, siga teniendo unas notas medias bastante bajas en las
principales webs de cine.
El caso es que, aunque a la gente recuerde
la película como uno de los clásicos de los noventa, anterior al fenómeno de
“Scream”, en su estreno no acompañó demasiado al film. Es más, no fue nada
rentable pues se invirtieron 30 millones en su producción, de los cuales solo se
recuperaron 25. Sin embargo, a la larga tuvo su tirón, en cuanto a la explotación
en alquiler y venta, lo que provocó que llegaran a hacerse hasta dos secuelas más.
Hasta la fecha, porque durante años ha habido rumores con otra más, que no ha
llegado de momento.
Candyman responde al espíritu de un esclavo
que fue apaleado y mutilado por la muchedumbre, que le acusaban
injustamente de violar a una mujer blanca (véase la connotación racista) y que
dejaron que fuera devorado por las abejas. No creo que fuera el único en pensar
que esta leyenda tenia su base real. No es así y no debe confundir con un
asesino en serie cuyas víctimas eran niños y que fue apodado Candy Man en los
setenta.
Pero la película si coge prestado de otra
leyenda mucho más famosa y que según la etimología de cada país presenta
variantes distintas. Y consiste en repetir frente a un espejo el nombre de un
fantasma, o personaje que supuestamente habría muerto bajo circunstancias
violentas e injustas, una serie de veces (el numero varia de tres a cinco).
Entonces se completaría el ritual de invocación de su espíritu, Sí, es folkclore.
Y nadie nos lo creemos ¿verdad? Podéis hacer la prueba. Poneros frente al
espejo, apagad la luz y repetid varias veces uno de los nombres; Verónica, María
Sangrienta, Bloody Mary (sí como el cocktail) o quizás, Candyman.
Bueno si seguís leyendo es que o bien no
os habéis atrevido a hacer la prueba o la habéis llevado a cabo sin ningún efecto
o sobreviviendo a las consecuencias. La cuestión es que la historia de Candyman
parte de “Lo prohibido”, del célebre escritor de terror, Clive Barker, quien ha
sido comparado no pocas veces con el que considero el rey en esta parcela,
Stephen King, y que es creador de otro de los grandes iconos del cine de
terror, “Hellraiser”, llevado a la pantalla por el mismo.
El encargado de dirigir el asunto fue
Bernard Rose, director habitual del genero de terror, y que normalmente ha
transitado por la serie B. Es “Candyman” su mayor obra. No dirigió ninguna de las
secuelas. Curiosamente después si realizó dos filmes alejados del género predominante,
“Amor inmortal” (sobre Beethoven) y una versión de “Anna Karenina”.
La película fue rodada en una zona urbana
pobre y peligrosa, un área de viviendas de protección oficial llamada
Cabrini-Lireen. Y hubo que llegar a un acuerdo económico con la banda delincuente
que gobernaba el lugar, además de dejarlos aparecer como extras. Se dice que la
productora contrató a un francotirador por si la cosa se desmadraba. No sabemos
si también es leyenda, lo que sí es seguro es que la escena de las abejas es
totalmente real, con abejas de solo doce horas de vida y que así sus aguijones
no pudieran hacer daño. Al actor, se le colocó un protector bucal para que los
insectos no se le introdujeran por la garganta.
La protagonista esta vez no fue una típica “Scream
Queen” aunque Candyman en realidad era la variante de un slasher clásico pero
de origen fantástico. Se trataba de Virginia Madsen, que venía de ser una de
las sex symbols de “Labios ardientes” junto a Don Jonhson y Jennifer Connally.
Y el papel de Candyman recayó en un desconocido Tony Todd, ahora clásico
precisamente por este papel. Ha aparecido en numerosas películas de serie B y
como secundario, sin mayor transcendencia. “El cuervo” o “Destino final” son un
par de las más destacadas.
Lo curioso son los actores propuestos
originariamente. Sandra Bullock y Eddie Murphy respectivamente. Cuesta creerlo
ahora, la verdad. La película tiene 99 minutos pero existe una edición especial
de 127, no fácil de encontrar, por cierto.
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