El español Juan
Antonio Bayona se sube al tren de Hollywood, tras bajarse momentáneamente,
cuando dejaba el proyecto de la secuela de “Guerra Mundial Z” para embarcarse
en la de “Jurassic World”, que venía a ser un reinicio de la saga que comenzó
Steven Spielberg (quien si no), para concedernos a los que amamos a los
dinosaurios el sueño de poder verlos en pantalla con el realismo que merecían.
Para ello,
David Koepp realizó un guión adaptando el bestseller del tristemente
desaparecido Michael Crichton, con bastantes cambios sobre la novela, de tono
más terrorífico y sangriento, que el carácter aventurero que se le dio a la
película. Y no son pocas las adaptaciones de novelas de Crichton, algunas
incluso por él mismo como “El gran robo del tren” o “Almas de metal”. Otros
títulos basados en su obra son “La amenaza de Andrómeda”, “Congo”, “Acoso”,
“Sol naciente”, “Esfera”, “El guerrero número 13”, . .
Recuerdo que la
teoría en la que se basa la película para explicar la creación de dinosaurios llegó
incluso a creerse que estaba basada en un hecho real. Tan bien había pormenorizado el proceso Michael Crichton en su teoría en su novela que tuvieron
que publicarse no pocas aclaraciones en revistas científicas señalando los
diversos errores de dicha teoría, como que el ADN no dura más de diez mil años,
que no se podría combinar con el de otras especies (como la anfibia que dicen
en la película), y bla, bla, bla.
Si nos ponemos
especialitos, el título debería haber sido “Parque cretácico”, periodo del que
proceden la mayoría de los “dinos” del film. Pero es que, al igual que le pasa
a Dan Brown y que por ello es tan criticado, Crichton pretendía, ni más ni
menos, que crear una obra puramente de ficción, pero dándole la mayor
credibilidad posible. Y como también ocurre con los temas de Brown, supo tocar
la tecla para poner sobre la mesa el dilema moral y polémico de la clonación
genética.
El caso es que
los grandes estudios de Hollywood se dieron de bofetadas para adquirir los
derechos de explotación de la novela. Cada uno con su caballo ganador. La
Warner Bros con Tim Burton, Columbia Pictures con Richard Donner, Twentieth
Century Fox con Joe Dante. Pero
fue Universal con Steven Spielberg la que se llevó el gato al agua de un
proyecto que le habían salido muchas y muy poderosas novias.
Pero los
verdaderos protagonistas no eran otros que los propios dinosaurios. Y para
recrearlos, Spielberg acudió a la que estaba considerada la mejor productora de
efectos especiales, propiedad de su amigo George Lucas, Industrial Light and
Magic. Sería la primera vez que creaban estos animales de forma digital para la
gran pantalla. Aún así contaron con diseños animatrónicos del maestro en la
materia Stan Winston.
El resultado
fue un apabullante éxito de taquilla, de hecho, el mayor hasta esa fecha, que
mantuvo hasta la llegada de “Titanic”. Costó 63 millones de dólares. Apuesto a
que muchos pensarían que fue por lo menos el doble. Y llegó a recaudar
1.030.000 en la taquilla. No era para menos, recuerdo que las colas para
conseguir entradas eran kilométricas. Además, tuvo buenas críticas y es de las
películas más queridas por el público. Y logró tres Oscars, a los efectos
sonoros, sonido y efectos visuales.
Spielberg tenía
muy claro quienes debían ser sus estrellas y no acudió a ninguna de carne y
hueso. En el reparto había buenos actores, pero ninguno de renombre mundial y
más bien secundarios. Como eran los casos de Sam Neill (“Calma total”), Laura
Dern (“Corazón salvaje”), Jeff Goldblum (“La mosca”), Richard Attenborough
(“Gandhi”-director) y un desconocido por entonces Samuel L. Jackson.
La película
hizo que se disparara a nivel mundial el interés por los dinosaurios, incluso
muchos universitarios reconocían haberse interesado en la paleontología a raíz
del film. Personalmente, es de las películas que más he disfrutado en un cine,
en dos ocasiones, embelesado, con los ojos como platos ante la contemplación de
tiranosaurios, velociraptores y demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario