Tal vez mucha
gente no lo sepa, pero “Oldboy” también nació de un manga, solo que esta vez no
pasó por el formato anime sino que fue adaptado directamente al live-action. El
comic fue publicado en 1997, creado por Learon Tsuchiya y tan solo seis años
después vio la luz ante la gran pantalla.
“Oldboy” forma
parte de la “trilogía de la venganza” junto a “Sympathy for the vengeance” y
“Sympathy for Lady Vengeance”. De hecho, ocupa el segundo lugar cronológicamente,
aunque las tres son completamente independientes entre sí y tan solo comparten
la temática central de la venganza y sus hilos argumentales la tratan de forma
diferente.
El otro
denominador común es la dirección de Park Chan-Wook, que se convirtió en toda
una referencia para el muy interesante cine coreano (poniéndose a la par del
japonés) y que tiene otro título sumamente perturbador como “Thrist”. E
incluso, una película al otro lado del charco, con la muy interesante “Stoker”,
con Nicole Kidman y Mia Wasikowska.
Las diferencias
con el manga son bastante notables en cuanto a ciertos detalles de diversa importancia. Pero, en definitiva, conserva la misma idea, el mismo alma de las
viñetas y se considera a la película como una buena adaptación a live-action.
De hecho, pocas veces una película supera al texto original.
“Oldboy”
contiene una de las historias más impactantes que un servidor haya visto en una
película. Un argumento tremendamente duro, crudo y perturbador. Conlleva una
sensación malsana, una poderosa violencia más psicológica que explícita (que
también), que golpea a través de giros verdaderamente rompedores.
La primera
parte de la película es para enmarcar. Pura intriga, pura sordidez,
interpretación, que cumple a la perfección en su labor de generar claustrofobia.
La narración del drama en la segunda parte es excelente. Pero seguramente tenga
uno de los finales más impactantes y sorprendentes de la historia del cine.
Cosechó
excelentes opiniones, tanto por parte de la crítica cinematográfica
especializada como del público. Se la considera un referente tanto dentro como
fuera de su país y está calificada de forma indiscutible como un absoluto
título de culto, que ha influido en otros tales como “I saw the devil”
(Encontré al diablo). Fue ganadora en el Festival de Sitges y tuvo una mención
especial de la crítica en Cannes.
Diez años
después (2013), como no, se realizó el típico remake norteamericano. La cosa no
pintaba mal de inicio pues tras la cámara se colocaba Spike Lee y delante un
reparto muy competente encabezado por Josh Brolin y seguido de Elisabeth Olsen,
Samuel L. Jackson y Sharlto Copley. Sin embargo, sin estar mal, no llega ni de
lejos al impacto emocional del original.
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