martes, 16 de enero de 2024

Escenas Míticas: Rarunas - El club de la lucha

 


   Aunque en su momento polarizara a la crítica, la cual se debatía entre satanizar sus abusos de la violencia y cuestionar su mensaje, y su particular estilo efectista de dirección, hoy es indiscutiblemente un título de culto. No solo eso, está considerada una de las mejores (si no la mejor) películas de la propia filmografía de su director, David Fincher, lo cual no es poca cosa ya, y una de las películas más destacadas de la década de los noventa.



   Tanto es así que su huella en la cultura pop es tan imborrable que para un aficionado al cine, hay varias fases de su guion perfectamente reconocibles, como: “La primera regla del club de la lucha es no hablar del club de la lucha”, “Me has conocido en un momento extraño de mi vida” o “Somos la mierda cantante y danzante del mundo”, entre otras.



   Pero es verdad que en un principio no les gustó ni a los propios productores de la película, quienes se temieron un posible fracaso de taquilla y cambiaron el enfoque de su promoción en cuanto a gasto publicitario. No les faltó razón, la película costó 63 millones de dólares y tan solo recaudó 100 en salas de cine. No es un fracaso en toda regla pero si una cifra baja teniendo en cuenta las expectativas.



   El problema principal radicaba en su violencia, explícita la mayoría de las veces. Además, se la acusó de hacer apología del terrorismo. Nada más lejos de las intenciones de Fincher, quién pretendía con esa violencia hacer una metáfora del conflicto creado entre las generaciones jóvenes y el sistema de valores de la publicidad. No quedaba ahí la cosa, se hacía un ataque al fascismo, representando en el protagonista, quien guía a un grupo de acérrimos seguidores a cometer diversos delitos sin atisbo de cuestionarlos.



   Y hay más, a parte de darle un tono oscuro a la trama, Fincher aplicó matices de tipo homoerótico presentes en la novela de la que parte de la historia. Además de señalar varias marcas de renombre como Gucci, Calvin Klein, Ikea o Volkswagen como iconos del materialismo y del consumismo de la sociedad. “Lo que posees acabará poseyéndote”.



   La novela homónima fue escrita por Chuck Palahniuk, que reconocía que la había hecho con la intención de perturbar tanto al lector como para que la rechazara. De hecho, le sorprendió que se la quisieran publicar. Aunque no tuvo muchas ventas. Fue su adaptación al cine lo que le abrió nuevos horizontes. Fincher fue bastante fiel aunque cambió el final.



   No obstante, se inspiró en dos películas: “El graduado” y “Rebelde sin causa”, en cuanto a que su Tyler Durden es producto de la evolución del Dustin Hoffman de la primera a el James Dean de la segunda. Un Tyler Durden del que subliminalmente se introducen varios fotogramas prácticamente imperceptibles antes de la aparición del personaje en la trama. No de forma arbitraria precisamente, lo que daba ya una pista de que se estaba creando en la mente del protagonista.



   Un protagonista para el que se pensó en nombres como Matt Damon o Sean Penn pero que finalmente acabó en Edward Norton por empeño de Fincher. El papel de Durden pudo ir para Russell Crowe pero lo rechazó en favor de un Brad Pitt que compuso uno de los personajes más icónicos de su carrera. Ambos, Norton y Pitt, tomaron clases de boxeo y taekwondo, y producto del realismo de las peleas en el rodaje, se rompieron pulgares y costillas, e incluso sufrieron alguna conmoción craneal.



   Completa el trío principal Helena Bohan Carter, para una Marla para la que fueron consideradas actrices como Courtney Love, Winona Ryder o Reese Witherspoon. Tuvo que fumar tanto que tras el rodaje le presentó a David Fincher una radiografía de sus pulmones que demostraba una bronquitis que le costó seis meses curar. También participan en la película el cantante Meat Loaf y Jared Leto. 



   Para sentarse en la silla de director se pensó en nombres como Peter Jackson, Bryan Singer o Danny Boyle, pero fue Fincher el elegido, también por su propia insistencia e interés. Con esta sería la tercera película que terminaba con un gran giro final tras "Seven" y "The game". Ya con su siguiente proyecto, "La habitación del pánico", cambió esa tendencia y encasillamiento.



   Una curiosidad, el impacto de "El club de la lucha" fue tal que llegaron a crearse clubes reales para pelear.

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