El
estreno de la nueva película de Ridley Scott, “Napoleón”, nos
sirve de excusa perfecta para renovar un ciclo ya tratado
anteriormente en el blog pero que precisa de una actualización, el
de las películas de corte histórico épico. Y porque no, me sirve
como excusa también para volver a disfrutar de unos cuantos
peliculones y analizarlos en base a mis conocimientos actuales. De
tal manera veremos que hay características que se repiten en todos
estos títulos: batallas, romance, tragedia y música. Y esa será la
guía.
No
obstante, antes situemos la historia como debe ser. La película es
una adaptación homónima de la obra literaria de James Fenimore
Cooper. Ni mucho menos era ni la primera ni la única vez que se
adaptaba a la novela. Ya se hizo en 1909, 1911, 1920, 1936 y 1947.
Incluso en 1976 ya estuvo a punto de ser nuevamente adaptada. Sin
embargo, fue la de 1992 a cargo de Michael Mann, quien tomó como
referencia la versión de 1936, la que ha quedado en la retina de los
espectadores.
Y
desde aquella han pasado más de treinta años. La historia tiene
como trasfondo a la Guerra de los Siete Años, entre Francia e
Inglaterra por el control de las colonias en Norteamérica, lo que
les llevó a los primeros a pedir ayuda a los nativos americanos y a
los segundos a los colonos establecidos en el lugar.
En
ese periodo histórico se planteaba la novela pero es que además se
basa en una historia real, que fue la captura y rescate de tres
chicas, Jemina Boone y las hermanas Callaway, secuestradas por los
indios Cherokee y liberadas por un grupo liderado por el padre de
Jemina. De todos modos, hay que decir que la adaptación a película
conllevó significativos cambios en relación al texto original. Por
cierto, sólo uno de los personajes realmente existió, el coronel
Munro, el resto son inventados para la causa.
A
los cuales interpretaron un Daniel Day Lewis que ya venía con uno de
sus Oscars bajo el brazo por “Mi pie izquierdo” y que preparó el
papel como buen actor de método que es, pasando un tiempo solo en
la montaña, cazando, construyendo una canoa, practicando para usar
un hacha mohawk y viviendo de lo que da la tierra. Esto ocasionó que
se identificara tanto con el personaje que cuando terminó el rodaje
le costó despegarse de él sufriendo claustrofobia y alucinaciones
cuando estaba en lugares cerrados.
Le
acompañó una Madeleine Stowe maravillosa, que nunca ha estado tan
bella como en esta película, y que inicialmente rechazó el papel
creyendo que sería una película de acción, lo que llevó a los
productores a plantearse ofrecérselo a Andie McDowell. Finalmente
convencieron a Stowe asegurándole que la historia era básicamente
un romance. De hecho, demostró tener una química espectacular con
Day Lewis, lo cual se transmite en pantalla. Aunque también hay otro
romance entre líneas, que se une a la parte de tragedia, entre el hermanastro de él, Uncas (Eric Schewerg) y la hermana de ella, Alice
(Jodhi May), porque mueren en la parte final prácticamente juntos.
Por
cierto, el papel del Mayor Duncan, interpretado por Steven
Waddington, estuvo a punto de ir, atención, para Hugh Grant. Eso
delante de las cámaras, tras ella un Michael Mann que ya había
hecho películas tan interesantes como “Ladrón” o “Hunter”
(primera aproximación al personaje de Hannibal Lecter) pero que era
más conocido en el mundo de la televisión por la creación de la
serie “Corrupción en Miami”. Después de esta “El último
mohicano”, vendría en la que considero su mejor película de largo
y probablemente la mejor película de acción que he visto, “Heat”.
Mann
sometió al reparto a maratonianas sesiones de rodaje, con la escenas de hasta veinte repeticiones por toma, que multiplicaron el
presupuesto. Además de tener que rodar, en muchas ocasiones, durante
noches enteras. El cineasta terminó entregando a los productores un
montaje de casi tres horas, el cual le instaron a reducir en vistas a
una mejor taquilla. Finalmente se estrenó una versión de 112
minutos. Años más tarde se promocionó otra de 117, con la
aprobación de Michael Mann para la explotación doméstica.
La cosa fue bien, a pesar del aumento de presupuesto, que se fue hasta los 40 millones de dólares, pero se recaudaron cien más, en total 143. Además, tuvo muy buenas críticas. Sin embargo, fue ninguneada en los Oscars, solo nominándola al mejor sonido, el cual ganó. La maravillosa banda sonora de Trevor Jones y Randy Edelman, una de las más reconocibles melodías de la historia del cine, solo se llevó una nominación al Globo de Oro. Pero vamos, que también se ignoró su fotografía. Personalmente me parece una gran película, más de aventuras que de épica histórica, con un ritmo excepcional y una música inolvidable.
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