Ridley
vuelva al cine épico con en el estreno de “Napoleón”, lo que ha
supuesto su reencuentro precisamente con Joaquín Phoenix. Un género
que ha visitado en diversas ocasiones a lo largo de su carrera, con
ejemplos tan claros aunque menos exitosos como “El reino de los
cielos” o “Robin Hood”. Y volverá a hacerlo pues también se
pondrá tras las cámaras para realizar la tan cacareada secuela de
la película que hoy vamos a visitar.
La
cual llegaba tras un período, prácticamente una década, en el que
el éxito de crítica se le resistía, concretamente desde el último,
“Thelma y Louise”, con títulos como “1492, la conquista del
paraíso”(para mí una buena película), “Tormenta blanca” (con
un perfil más bajo de lo que acostumbra este cineasta), y “La
teniente O'Neill” (una película más propia del estilo comercial
de su hermano Tony Scott).
Pero
llegó esta “Gladiator” para instalarse como uno de los títulos
más representativos del director inglés, junto a otros tan
consagrados como “Alien, el octavo pasajero” o “Blade Runner”.
Además, le serviría para remontar el vuelo de su carrera porque
después vendría “Hannibal” (ya la defendí en su momento) y
otra de las mejores películas de su filmografía “Blackhawk
derribado”.
Lo
que atrajo Ridley Scott es poder retratar la Roma antigua recuperando
un género tan clásico pero también olvidado como el peplum. Lo que
aquí siempre hemos conocido coloquialmente como “una de romanos”.
No en vano, el propio cineasta reconocía como influencias títulos
como “La caída del Imperio Romano”, “Ben-hur” y “Espartaco”
(que recordemos ya había sido un claro referente para el William
Wallace de Mel Gibson en “Braveheart”).
Eso
sí, lo recrearon con una libertad que enfureció a varios asesores
históricos hasta el punto de que algunos de ellos llegaron a
renunciar. Para Scott era importante tomarse las licencias históricas
necesarias para hacer más interesante la película. En ese sentido,
estaba claro que era una historia de ficción, no una recreación
histórica. De hecho, estaba inspirada, que no basada, en un
libro sobre gladiadores de Daniel P. Mannix.
Pero
no, Máximo Décimo Meridio no existió y, de hecho, está basado
precisamente en la versión joven de un personaje que aparece en la
película, Marco Aurelio. Que tampoco murió a manos de Cómodo, ni
este de ningún gladiador en la arena del Coliseo Romano. Al mismo
tiempo hay numerosas inexactitudes históricas en el vestuario del
reparto, como el fantasioso diseño de los cascos, lo cual no le
impidió ganar el Oscar al mejor vestuario de ese año, 2000.
Y
es que no pasa nada, las películas no son libros de historia. Es
más, los libros de historiadores contienen los puntos de vista
subjetivos de sus escritores. No podemos considerarlos la verdad
absoluta punto por lo que el cine, con más razón, es lógico que se
tome licencias prácticas en favor de la propia historia de la
película. Aquello de “no dejes que la verdad te estropee una buena
historia”.
Curiosamente,
Scott recurría a uno de los miembros de su reparto para consultar
dudas históricas, concretamente a Connie Nielsen, muy aficionada precisamente a la historia antigua. A Nielsen la acompañaba un
Russell Crowe que no fue la primera opción para el papel. Lo fue Mel
Gibson, que lo rechazó por dos motivos, considerarse mayor para
el personaje, lo mismo que adujo con los productores de “Braveheart”
aunque igualmente le instaron a interpretarlo, de lo contrario no
financiarían la película. Y por ser un personaje con paralelismos
con William Wallace.
Finalmente
fue para Crowe y eso le valió el Oscar, así que no fue mal la
cosa. Tras los ya nombrados, todo un sensacional elenco de
secundarios de lujo, encabezado por un joven Joaquin Phoenix, pero
con nombres como Richard Harris, Derek Jacobi u Oliver Reed, que
murió durante el rodaje de un infarto, y hubo que rellenar lo que faltaba con un doble digital.
Porque si hablamos de que "Braveheart" renunciaba a los trucajes digitales, esta hacía todo lo contrario. La entrada multitudinaria de Cómodo a Roma o el público del Coliseo, por poner un par de ejemplos, estaban recreados con efectos visuales generados por ordenador. Lo que también le supuso otro Oscar a la película. La que no lo ganó fue la inolvidable banda sonora de Hans Zimmer y Lisa Gerrard, en favor de "Tigre y dragón". Si consiguió el Globo de Oro.
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