Ya
podéis afilar vuestros comentarios más críticos porque vamos a
hablar de la entrega más odiada de la saga. Considero todos estos
apaleamientos desmesurados y desorbitados, amplificados por las redes
sociales en un fenómeno de eco mediático negativo. Dicho esto,
estoy de acuerdo en que es la más floja de toda la franquicia pero
no por tanta diferencia como la gente sostiene. Hay dos datos
objetivos que apoyan lo que digo.
El
primero es que es la más taquillera de la saga, con 790 millones de
dólares. Es verdad que también es la más cara, con 185 millones de
presupuesto. Y que el valor de las entradas se incrementó en los
casi veinte años que la separan de “La última Cruzada”. No
obstante, queda claro que no solo no fue un fracaso de taquilla sino
todo lo contrario. El otro dato es que la mayoría de las críticas
profesionales fueron positivas.
Así
que analicemos porque se tiene tan demonizada esta entrega. Uno de
los ataques más generalizados son hacia algunas escenas. Y se apunta
frecuentemente a la del frigorífico. Desde luego es inverosímil,
pero no mucho más que la de “El Templo Maldito”, cuando se
lanzan desde un avión en marcha sobre una barca para caer sobre la
nieve totalmente ilesos.
Pero
si tiene alguna secuencia ridícula de verdad como la de las lianas y el hijo
de Indy desplazándose por ellas cual Tarzán. La otra crítica más
habitual es hacia su final. Siempre ha habido elementos
sobrenaturales en los desenlaces de las otras películas. Hemos visto
espíritus salir del Arca de la Alianza o un cruzado de setecientos
años, entre otras cosas. Así que, ese final con los
extraterrestres, aparte de visualmente espectacular, viene muy acorde
con el resto de la filmografía de Steven Spielberg.
Otra
de las cosas que más molestaron, sobre todo a la comunidad latinoamérica, y más concretamente a la peruana. Fueron las
imprecisiones históricas y culturales sobre ese país. Esto es
inapelable, llevan razón. Pero también es algo corriente.
Recordemos que “Misión Imposible 2” mezclaron las Fallas con la
Semana Santa . A nosotros nos molestó mucho pero al resto del mundo
ni le importó, ni se enteró.
Sin
embargo, es verdad que la película no tiene la misma magia que la
trilogía precedente, a pesar de estar dirigida por Spielberg
nuevamente. Entre las razones podría estar las vueltas que estuvo
dando el proyecto, posponiéndose en varias ocasiones por otros de
George Lucas y Steven Spielberg, pasando por varios guionistas, entre
las cuales estuvieron Frank Darabont y Night Shyamalan hasta llegar
al de David Koepp (“Seven”).
El
cual aprobaron tanto Lucas, Spielberg como Harrison Ford, que por
supuesto repetía. Como Karen Allen, a la que se recuperaba de “En
busca del Arca Perdida”. A los que se unían Shia Labeouf (otra de
las grandes críticas del público, al no verlo como lo que parecía que preparaban, al sucesor de Indiana Jones, yo tampoco lo veía),
Cate Blanchett (la cual tomó como referencia a Marlene Dietrich),
Ray Winstone, John Hurt (muy desaprovechado) y Jim Broadvent.
Vamos,
como en las otras, con algunas curiosidades. Nuevamente se hacen
guiños a entregas anteriores. De hecho, el almacén del prólogo es
el que se dejó el Arca de la Alianza de la primera, que ahora
descubrimos que era del Área 51. Y otra vez vemos las figuras de
R2D2 y C3PO en un jeroglífico, concretamente en la sala final de los
alienígenas. Eso sí, esta vez los villanos no son los nazis sino
los rusos.
Por
cierto, del vestuario de Shia Labeouf está claramente copiado del de
Marlon Brando en “Salvaje”. Y el sonido de las hormigas gigantes
fue el resultado de combinar el maíz en grano al verterse, la rotura
de cáscaras de huevo y voces humanas aceleradas y puestas al revés.
Por lo demás, si, inferior a sus compañeras, pero bastante
entretenida, no para tanto era el disgusto.
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