Quizá
se desarrolla mayoritariamente en tierra pero indudablemente encaja
con este ciclo de películas de acción relacionadas con los aviones
y demás. De hecho hay varias escenas que se dan en el interior, o
incluso sobre él. Además, nos sirve como homenaje a
Bruce Willis por su forzada retirada como actor debido a una
enfermedad degenerativa, que nos ha dado uno de los personajes más
carismáticos de la historia del cine.
No
podía faltar en este repaso la variante de secuestro de aviones.
Aunque en este caso no se secuestraba un avión sino unos cuantos y
sin siquiera estar a bordo de ellos. De hecho, lo que realmente se
secuestraba era la torre de control, lo que suponía una variante
original en este subgénero. Aunque la película básicamente copiaba
la fórmula que tanto éxito había supuesto “La jungla de
cristal”, solo que trasladada a un aeropuerto.
Como
en aquella, aquí también se adaptaba una novela, la de Walter
Wager, “58 minutos”, que no tiene que ver con la que se adaptaba
en la primera película y que se varió para poder introducir en la
trama al personaje de John McClane para que volviera a ejercer cómo
héroe. Esa labor fue trasladada al guion por parte de Steven E. De
Souza y Doug Richardson.
En
este caso no fue John McTiernan quién estaba tras las cámaras,
el cual hay que decir que no rechazó el ofrecimiento pero en el
momento del ofrecimiento de hacer una secuela se encontraba rodando
“La caza del Octubre Rojo”, rodaje por cierto bastante complicado
que sufrió varios retrasos y obligó a los productores Lawrence
Gordon y Joel Silver a optar por otro director.
Y
si el precedente para elegir al director había sido McTiernan que tan solo había firmado una película de terror previa, eso si, “Depredador”,
esta vez eligieron a Renny Harlin que venía de firmar otra de terror
“Pesadilla en Elm Street 4”. Porque la que figura como segunda
película de su filmografía, la desternillante ”Las aventuras de
Ford Farlane”, la terminó mientras empezaba el rodaje de “La
jungla 2”. De hecho, se estrenó tan solo una semana antes.
Un
Harlin que cumplió bastante bien con la difícil tarea de sustituir
a McTiernan. Después firmaría la que probablemente es la mejor
película de su carrera, “Máximo riesgo”. Las dos siguientes
películas fueron protagonizadas por la que era en ese momento su
esposa, Geena Davis.
Pero
no fueron demasiado bien. La primera, “La isla de las cabezas
cortadas” fue un soberano fracaso de taquilla y la segunda,
“Memoria letal” apenas logró salvar los muebles. Siguió con
“Deep blue sea”, bastante mejor y la que considero una de las
monster movies más divertidas que he visto. Y otros dos nuevos
fracasos, “Driven” y la precuela “El exorcista, el comienzo”
(ésta no perdió dinero) qué encaminaron su carrera en picado hacia
proyectos menores.
Por
supuesto el protagonista era un Bruce Willis que ya no era un actor
del que los productores, como ya ocurriera en la primera, dudaban,
sino que ya ejercía como toda una estrella del género de acción. Le acompañaron Bonnie Bedelia y William Atherton, que repetían en sus papeles. También Reginald Veljohnson, aunque solo en un cameo. Los villanos fueron William Sadler, John Amos y Franco Nero. Robert Patrick también hacía un muy pequeño papel, un año antes de convertirse en el T-1000 de “Terminator 2”.
Por
cierto, el general Esperanza (Nero) está basado en el general
Noriega, que se entregó al ejército estadounidense ese mismo año.
Hubo tres secuelas más; “La jungla 3, la venganza”, con la
vuelta de McTiernan, “La jungla 4.0” y “ La jungla 5, un buen
día para morir”. Ésta no tuvo malas críticas y funcionó en
taquilla. Costó 70 millones de dólares y recaudó 240.
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