A
finales de mes se estrena la muy tardía secuela de “Top Gun”,
“Maverick”, al cual volverá a encarnar Tom Cruise. Lo cual nos
sirve como excusa para realizar un repaso de todas esas películas de
acción desarrolladas en el aire, en su mayor parte de aviones.
Aunque en este caso precisamente no.
Sino
que el verdadero protagonista es un helicóptero, lo cual, debido la
popularidad que adquirió a principios de los ochenta, dio lugar a
una mini moda de películas y series con helicópteros. De hecho, un
año más tarde se estrenó una serie secuela con James Farentino
como protagonista que, sin embargo, no tuvo el éxito que se esperaba
y fue cancelada tras tan solo once episodios emitidos.
Aunque
los motivos fueron diversos. El más importante fue que tuvo que
competir precisamente con otra serie sobre un helicóptero, “Airwolf” que tuvo más tirón, qué duró cuatro temporadas y se
despidió tras casi ochenta episodios emitidos. Aunque también cuenta que
la serie de “El trueno azul” fue programada para las noches de
los viernes y tuvo que vérselas con “Dallas” para la
disputa de la audiencia, que perdió.
Pero
vayamos a la película. Al guion estaba Dan O’Bannon, que algunos
recordarán por ser el guionista nada menos que de “Alien, el
octavo pasajero”. Él tenía muy claro quién era el verdadero
protagonista de la función y, aunque en la historia se tocan temas
como las secuelas de los pilotos que participaron en la guerra de
Vietnam, los métodos para controlar la delincuencia y la polémica
de vigilar a la población cuál “Gran Hermano”, eran tocados
muy en superficie y meramente accesorios para lo realmente
importante.
Que
era poder exhibir todo lo que se pudiera al aparato. El cual no era
otra cosa que una modificación del helicóptero Aerospatiale SA 341
Gazelle. Modificaciones que supusieron un quebradero de cabeza porque
se les exigió que debían ser homologadas para aprobar su vuelo. Y
algunas de ellas, como el morro donde debía ir el cañón rotativo,
que desequilibraba la aeronave.
No
obstante, en algunas escenas, se utilizó un helicóptero de
radiocontrol. Y como decía, O’Bannon tenía claro que había
que explotar la espectacular imagen del cacharro. Por ello se tomó
licencias como mantener combates aéreos con otro helicóptero e
incluso con dos F-16 en plenas calles de Los Ángeles, dándose lugar el impacto de varios misiles en edificios civiles, algo
totalmente impensable en la realidad. Pero esas secuencias son tan
disfrutables, tan espectaculares, que al espectador le daba igual.
En
la dirección, John Badham, un realizador del mundo de la televisión
que, sin embargo, tuvo varias películas icónicas a finales de los
setenta, como “Fiebre en el sábado noche” o en su versión de
“Drácula” de 1979, con Frank Langella, y en la década de los
ochenta con la que hoy comentamos, “Juegos de guerra”,
“Cortocircuito” o “Procedimiento ilegal”. Tuvo más películas
en los noventa pero entrado el nuevo siglo volvió a la televisión,
en la cual sigue a sus 82 años.
En
el reparto, el protagonista fue un Roy Schneider quizá en el mejor
momento de su carrera, tras “Tiburón”, y su primera secuela o
títulos como “Marathon man”, “Carga maldita” o “Empieza el
espectáculo”. Le acompañaban Daniel Stern (antes de convertirse
en uno de los ladrones de “Solo en casa”), Warren Oates, Candy
Clark y nada menos que Malcolm McDowell como villano.
Se
gastaron 22 millones de dólares y recaudó casi el doble, 42. Y fue
nominada al Oscar al mejor montaje 1983.
Hace unos años, en 2015, se
especuló con la posibilidad de hacer un remake, pero con un dron el
lugar de un helicóptero, pero no debió prosperar la idea porque a
día de hoy no se sabe nada.
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