Llegamos ante la que supuso una
enorme sorpresa en cuanto la respuesta del público. Contra
pronóstico totalmente teniendo en cuenta que ya suponía la sexta
entrega del Universo Expandido DC iniciado con “El hombre de
acero”, pero precedida por el batacazo, por los problemas ya
expuestos en el anterior artículo de este ciclo, de “La liga de la
justicia” de Joss Whedon. Y para colmo tratando sobre uno de los
personajes destacados de DC pero muy a distancia de los Batman,
Superman y Wonder Woman, pues supuso un éxito inesperado.
De
hecho, un éxito tan enorme que hasta la fecha, es el más sonado de
toda la franquicia. Al menos en cuanto a cifras. Costó 160 millones
de dólares, presupuesto más que generoso pero inferior a las
películas precedentes. Sin embargo, su recaudación en taquilla fue
realmente brutal, 1150 millones, y una opinión generalizada del
público muy positiva.
No
así la de la crítica. No deja de soprenderme como las notas medias
de diversas páginas siempre son muchos mayores para las películas
de Marvel, con casos tan sobreengordados como el de “Black Panther”
(buena película pero muy, muy sobrevalorada por motivos no tan
cinematográficos como debiera) o “Thor Ragnarok” (casi más una
comedia plagada de gags que una película de superhéroes).
El
caso es que al público le encantó y consiguió situarla como la
quinta en recaudación en 2018,
solo por detrás de títulos como “Vengadores: Infinity War”,
“Black Panther”, “Jurassic World: El reino perdido” o “Los
increíbles 2”. Y se convirtió en la 22º en recaudación de todos
los tiempos. Es más, dobla a la anterior película de este universo,
“La liga de la justicia” con la mitad de dinero invertido.
Una
de las razones, si no la principal, fue la acertada elección de su
director, James Wan, que se salía de su género habitual, el terror,
siendo considerado uno de los cineastas más destacados de ese
género, como pueden atestiguar ejemplos como “Saw” y las sagas
“Insidious” y, sobre todo, “Expediente Warren”. Aunque no era
la primera vez que se salía de su jardín habitual, ya filmó “A
todo gas 7”, por lo que sus habilidades para rodar escenas de
acción estaban más que contrastadas.
Cuidado,
no abandonará el terror. De hecho, su próximo proyecto va en esa
línea, “Malignant". Aunque volverá a la saga para realizar la
secuela de “Aquaman”, pues Wan es muy del gusto de Zack Snyder,
que parece volver a tener peso en el control de la franquicia. No en
vano, ambos estaban de acuerdo en alejar al personaje de la imagen de
“La liga de la justicia” de Whedon. Es más, Wan enseñaba cortes
de la película a Snyder, incluso en contra de los deseos del
estudio.
Pero
aunque la influencia de Snyder es notoria, James Wan es un director
con personalidad, y aunque el tono de la película es más oscuro, la
idea de Wan era crear un mundo diferente, una especie de “Star
Wars” pero bajo el agua, con todo un festival de colorido y
criaturas submarinas (de hecho, tiene cierto toque de monster movie)
y que incluso hace un guiño a su propio Universo Warren, apareciendo
la muñeca Annabelle, de pasada.
La
elección del protagonista fue fácil, y aunque se llegaron la
considerar las opciones de Dwayne Johnson o Dave Bautista, la balanza
estaba muy a favor de Jason Momoa, que es cierto que puso como
condición que fuera Zack Snyder quien estuviera tras la cámara. Ésta fue la tercera aparición de Momoa como Aquaman. Y se da la
curiosidad de que formó parte del reparto de la serie “Stargate
Atlantis” por lo que la Atlántida ya le era familiar.
El
reparto era de auténticas campanillas. Le acompañaba Amber Heard
como Mera, ya presentada en “La liga de la justicia”, Patrick
Wilson (casi un actor fetiche de Wan), Yahya Abdul-Mateen, Tamuera
Morrison, Willem Dafoe, Dolph Lundgren. . . .
. . . y una Nicole Kidman que se
desquitaba tras no haber podido ejercer de Hipólita en “Wonder
Woman” en favor de Connie Nielsen, como madre de la heroína, para
ser madre de Aquaman. No era la primera vez que Kidman tocaba el
género de superhéroes, ya participó en “Batman forever”.
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