Otra de las películas más demandadas en estos tiempos,
aunque supongo que en mayor medida por su pertenencia al conjunto de películas
apocalípticas que por su relación con el tema de las enfermedades. El elemento
zombie la lleva más al terreno de ciencia ficción y el terror que al del
realismo. No obstante, se recrea toda una pandemia desde su inicio.
Cosa que no hacen la
mayoría de las películas de zombies donde se nos presenta un mundo ya
devastado, se atiende poco al origen del desastre, por el cual se suele pasar
de puntillas. Están más orientadas a mostrar un futuro postapocalíptico. Sin
embargo, “Guerra mundial Z” no. Aquí si asistimos al inicio, al intento de
contención y la búsqueda de una posible cura, lo que la acerca más al ciclo de
pandemias que estamos tratando.
Porque dentro de su ficción, se describe a los zombies de
forma realista, siendo un fenómeno que les cuesta creer a los propios protagonistas.
Y como decía, el tema médico está muy presente, los términos enfermedad, virus,
vacuna, contagio, transmisión, son frecuentes en la película de principio a fín.
Quizá porque en la novela en la que se basan, aun siendo adaptada de forma muy libre trataba de un posible apocalipsis de manera muy madura y seria. Max Brooks (hijo de Mel Brooks y Anne Bancroft) elaboraba una recopilación de entrevistas a supuestos supervivientes de una pandemia zombie mundial. Ésta es una de las grandes diferencias con el resto del género, y de los pocos aspectos que comparte con la película, tratan la historia de forma global.
Otra de las características con las que rompe la película es con la velocidad de los infectados. Ya es difícil contener una epidemia y mucho más si los enfermos corren que se las pelan y te atacan cual hienas. Si ya “28 días después” nos había presentado un sucedáneo de zombie (infectado realmente) que se alejaba del prototipo clásico del cine de George A. Romero, lento y cansino, lo que daba cierta tranquilidad o al menos tiempo para pensar, aquí se nos presentaba un zombie de velocidad y fuerza sobrenatural.
En estas ideas
tuvieron mucho que ver los coguionistas Damon Lindelof (“Perdidos”. “The leftovers)
y Drew Goddard (“Una cabaña en el bosque y “Malos tiempos en el Royale”, también
como director) aunque el escritor principal fue Mathew Michael Carnahan, quien
apostaba altamente por una mezcla de géneros el suspense, terror, pero con gran
componente de acción.
Es por eso que la película posee las escenas más espectaculares de todo el género, con imágenes realmente impactantes bastante difíciles de olvidar y basándose en un diseño de producción grandilocuente, con gran repertorio de efectos especiales y que supuso una gran inversión. Concretamente la de 190 millones de dólares, muchos teniendo en cuenta que este género pertenece habitualmente a la serie B. Pero rentabilizado en taquilla con 540 millones recaudados.
Es por eso que la película posee las escenas más espectaculares de todo el género, con imágenes realmente impactantes bastante difíciles de olvidar y basándose en un diseño de producción grandilocuente, con gran repertorio de efectos especiales y que supuso una gran inversión. Concretamente la de 190 millones de dólares, muchos teniendo en cuenta que este género pertenece habitualmente a la serie B. Pero rentabilizado en taquilla con 540 millones recaudados.
Su espectacularidad le valió buenas críticas, a la vez que su capacidad de generar situaciones muy intensas. Pero se mezclaban con las negativas por traicionar la esencia, estructura y planteamiento de la novela de Brooks. No obstante, la atracción comercial que suponía contar con una estrella como Brad Pitt, compensaba todo. Estaba secundado por Meireille Enos, David Morse y Mathew Fox, aunque estos últimos muy brevemente.
Al mando estaba un todoterreno con títulos tan interesantes como “Monster's Ball”, “Tránsito” o “Descubriendo Nunca Jamás”. Incluso con una de las de James Bond “Quantum of Solace”, aunque para la secuela se pensó en el español Juan Antonio Bayona, que finalmente terminó dirigiendo la secuela de “Jurassic Park”. Y David Fincher, que pensaba recuperar la idea original del libro. Tanto su agenda como la de Brad Pitt supusieron continuos retrasos que terminaron con la cancelación del proyecto, por ahora.
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