Cuando asistimos a una nueva entrega de uno de los personajes extraterrestres más famosos del cine, con el permiso de Superman, Alien y E.T., esta vez una especie de reboot, que no mantiene hilo argumental ni conexión con ninguna de las otras entregas, y a cargo de Shane Black, que curiosamente en la primera película de 1987, tuvo un leve papel y fue consultado, en aquel momento era principalmente guionista, para precisamente retocar el guión.
Los “Predators”, a pesar de campar por varias entregas, en total seis contando la última, ninguno le conoce un nombre especifico. Especie alienígena de gran estatura y fuerza física, forma humanoide, cuyo hobby no es otro que la caza. Para ello viajan por la galaxia buscando en los distintos planetas rivales que puedan suponer un reto digno para su diversión. Eso sí, no renuncian a la tecnología de sus armas, muy avanzadas, que aprovechan para su camuflaje y el disparo.
Curiosamente, para meterse en la piel del “Predator” se eligió a Jean Claude Van Damme y así dotar al personaje de mayor agilidad. Pero hubo varios factores que dieron al traste con dicha elección. El propio Van Damme no estaba muy contento con meterse en un traje que daba muchísimo calor y encima no poder aparecer en la película en otro papel con su propia apariencia. Para colmo, su estatura no destacaba respecto a la del resto del reparto. Así que prescindieron del actor belga y contrataron a Kevin Peter Hall, de 2´19, que ya había sido el bigfoot de “Harry y los Henderson”.
Y por supuesto, el diseño de la criatura corrió a cargo del que todo Hollywood acudía para tales menesteres, ese mago llamado Stan Winston. Sin embargo, la creación del personaje fue pura casualidad. Tras “Rocky IV”, corría un chiste por Hollywood que decía que Rocky Balboa, tras ganar a Ivan Drago (Dolph Lundgren), se había quedado sin rivales en la tierra, lo que les dio la idea a los guionistas, Jim y John Thomas para “Depredador”, que inicialmente iba a llamarse “Hunter” (Cazador).
John Mctiernan, considero que ha sido uno de los mejores directores de acción que ha habido pues tenía un acertadísimo concepto del ritmo y conjunción con la pausa en la narración. Hablo en pasado porque desgraciadamente lleva inactivo desde 2003. De hecho, su filmografía es más bien corta, tan solo 11 películas. “Depredador” fue su primer gran proyecto, aunque el segundo de su carrera.
Pero es que a ésta le siguieron otras muy buenas películas como “La jungla de cristal” (saga a la que volvió para encargarse de la tercera parte). Le siguieron “La caza al Octubre Rojo”, “Los últimos días del edén”, “El último gran héroe”, “El secreto de Thomas Crown” o “El guerrero N.º 13”. Vamos que sabía salirse del género de acción.
Para el papel protagonista se tenía bastante claro que debía ser para Arnold Schwarzenegger, que venía de ser “Conan” (en dos ocasiones), “Terminator”, “Comando” y “Perseguido”. Todavía no había explotado del todo. Tras precisamente “Depredador”, y las que vendrían después, “Desafío total” y “Terminator 2” (ésta especialmente) si lo hizo. Le acompañaron Carl Weathers (Apollo Creed en “Rocky”), Bill Duke y algunos atletas de lucha libre como Jesse Ventura.
Inicialmente recibió criticas más bien negativas. Con el tiempo se la ha dado el valor que se merece, quedando todo un clásico ochentero. Pero al publico le gustó desde el principio y hoy en día es un film sagrado para los aficionados a las “monster movies”. Costó 15 millones y recaudó casi 100 en taquilla. La música de Alan Silvestri (que curiosamente también participó en la de “Alien”) fue muy reconocida y hoy inolvidable. Aparte de las secuelas, se han realizado videojuegos en todas las plataformas y distintas colecciones de comics.
En mi opinión,
mezcla acción, bélico, ciencia-ficción y terror a las mil maravillas. Acertaron
al no importarles la calificación R, con los niveles de violencia que pedía.
Tiene escenas memorables y algunos rasgos reconocibles propios, como el sonido
térmico o la frase “la selva se lo llevó”. El efecto de transparencia de
camuflaje se logró vistiendo al actor de rojo y eliminando digitalmente el
color de la pantalla, quedando tan solo una silueta vacía. Barato y efectivo. Y
otra seña icónica.
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