Nada menos que
41 años tardaba una película en lograr la hazaña al conseguir los cinco Oscars
más importantes, al menos, los que están considerados así; película, director,
actor principal, actriz principal y guión. La única hasta el momento que los
había obtenido fue “Sucedió una noche” en 1934. No tardaría tanto en volver a
pasar, hasta 1991 con “El silencio de los corderos”. Y de ahí hasta ahora.
Basada en la
novela del mismo titulo de Ken Kesey, es una especie de tragicomedia pues
aunque los temas que trata son sumamente serios, la película contiene numerosas
escenas con mucho humor. No obstante, siempre he recordado este film como
especialmente dramático pues muchos de esos gags cómicos a menudo están basados
en reacciones de los enfermos, que por un lado puede resultar gracioso y por
otro triste. Al parecer era la intención del director.
Éste no era
otro que el checo Milos Forman, que lograba aquí su primer Oscar en 1975 y
repetiría en 1984 con “Amadeus”, además de lograr sus correspondientes Globos
de oro, premio que también conseguiría con “El escandalo de Larry Flyant”. Sin
embargo, no es un director que haya sido especialmente prolífico (una película
cada 5 años) la última fue hace diez.
Forman trata
frontalmente el tema de la locura, definiendo su explicación como concepto y
dándole un tono más producto de un estado de ánimo que como enfermedad en sí.
No pierde oportunidad tampoco de elaborar una ácida critica del sistema
psiquiátrico norteamericano de la época, más centrado en tener controlados a
los pacientes que en curarles, como si fueran dados por perdidos, e inundándolos
en medicación bajo unas medidas hiperestrictas donde los castigos
(electroshock) juegan un papel principal.
Todo ello
representado en el papel de Randle McMurphy, interpretado por Jack Nicholson
y que supondría el primero de sus tres Oscars. Cifra que podría haber sido
mucho más escandalosa si tenemos en cuenta que es su carrera ha tenido doce nominaciones. MCMurphy es un cuerdo entre
locos, pues ingresa con el ardid de eludir la prisión. Lo que se encuentra es
que el sistema psiquiátrico no es capaz de diferenciarle de los otros
pacientes, para bien y para mal.
Su antagonista
fue Loiuse Fletcher, en la que era tan solo su tercera película, como la
inolvidable enfermera Ratched, una especie de Señorita Rottermaier
auténticamente maquiavélica, una de las villanas más odiosas que haya visto el
cine. Lo que le supuso también ganar el Oscar, imponiéndose a actrices como
Glenda Jackson, Isabella Adjani, Carol Kane o Ann Margret. Sorprendentemente,
no volvió a tener un rol tan destacado después de esta película.
En el reparto
los acompañaban actores de la talla de Danny DeVito, Christopher Lloyd (Regreso
al futuro), Brad Dourif (que se convirtió en todo un clásico de la serie B) y Scatman
Brothers (“El resplandor”). Curiosamente, Michael Douglas obtendría también el Oscar,
pero como productor del film, cuando contaba tan solo con 29 años.
Ni que decir
tiene que la película tuvo excelentes críticas, un aluvión de premios en
distintos festivales y además fue un excelente negocio comercial. Costó tan
solo cuatro millones de dólares y consiguió 109 en taquilla, por lo que su
rentabilidad no dejó dudas al respecto.
El titulo hacia
referencia a la frase que le decía a uno de los personajes su abuela: “Había
tres gansos en la bandada. Uno voló al este, otro al oeste y uno voló sobre el
nido del cuco”. El paralelismo con el argumento del film venia a cuento de que
había tres pacientes y solo uno lograba escapar, muriendo los otros dos.
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