Éste es otro de los títulos del cine oriental de los que la industria americana hizo su remake. Podemos hablar de que realizar un remake de una película con tan poca diferencia de tiempo es innecesario. Ahora explicaré cuales son las razones de ello. Pero el caso es que el remake de éste si me gustó. Al igual que me gustó y mucho “The ring”. Aunque en los correspondientes a “Llamada perdida”, “Shutter” o “The eye” no opino igual.
Esas razones a las que me refería son las siguientes. Más que remakes son adaptaciones al lenguaje occidental y más particularmente al norteamericano. Por ejemplo, el ritmo del cine oriental es lento y pausado, algo que en Estados Unidos no vende. Otro motivo es la costumbre de los directores orientales de dejar las explicaciones abiertas, cuando al otro lado del charco gustan de ser más explícitos. Y otra es la de no empatizar con actores orientales simplemente porque no se identifican con ellos.
Sin embargo, que afirme que me guste el “Pulse” americano no significa que me parezca una buena adaptación. Dista enormemente en trasfondo, tono y enfoque del original, que apuesta más por una lectura más profunda y filosófica de lo que a la postre es una crítica a la soledad que provoca la evolución de la raza humana hacia una sociedad cada vez más tecnológica.
Si concretamos
más podemos decir que centra su foco en las amenazas que llegan desde la red. Y
la película, de alguna manera, se adelantaba unos cuantos años a lo que ocurría
por lo que se la puede considerar premonitoria. Tengamos en cuenta que el film
se estrenó cuando el boom de las redes sociales aún no se había dado. Facebook,
Twitter y YouTube aún no mediatizaban nuestras vidas.
La película nuevamente utiliza un medio conductor relacionado con la tecnología. Si en “Ringú” y “Llamada perdida”, los peligros nos llegaban desde un vídeo o un móvil; aquí lo hace desde una web que proporciona unas imágenes de muerte, unos vídeos donde se observa a la gente apagarse hasta el suicidio.
Y es que los suicidios es un tema muy en liza en Japón. No en vano, es uno de los países en los que más se producen del mundo. Incluso se adaptó la tristemente real costumbre de sus habitantes de ir a un bosque a suicidarse, en “El bosque de los suicidios”. Aunque en honor a la verdad, no me gustó el tratamiento que se le dio a esa película.
Pero, aunque toma varios elementos presentes en el cine de terror de esa década, “Kairo” está bastante alejada de ese cine comercial más típico. Es más, un drama apocalíptico más empeñado en hacer un retrato de esa sociedad deshumanizada, fría y desesperanzada, que de dar miedo.
La película deja la resolución final del argumento a la imaginación del espectador, sin ofrecer en absoluto una explicación concreta que es cierto que puede provocar frustración.
En general obtuvo buenas críticas,
aunque su difusión fuera de las fronteras del país nipón no fue muy extensa.
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