Dos décadas antes del “Titanic” de James Cameron, el naufragio más famoso del cine era el del Poseidón. Vale, antes habían sido las versiones clásicas precisamente de “El hundimiento del Titanic” pero fue “La aventura del Poseidón” quien reinició la moda de accidentes de barcos, aviones, edificios y demás, en las salas de cine.
Habría que pararse a reflexionar porque el género de catástrofes tiene tan poderosa respuesta en taquilla desde siempre. Porque nos gusta tanto ver escenas de destrucción; edificios desplomándose, terremotos, tornados, aviones estrellándose, o como en este caso, barcos siendo volteados por olas gigantes, cuando no son golpeados por icebergs.
Tal vez la posibilidad de que pueda convertirse en realidad nos despierta esa adrenalina causada por la exacerbación del miedo más interno. Algo parecido a la atracción por el género de terror. Si además agregamos que estas películas aportan una generosa cantidad de secuencias espectaculares y multitud de situaciones de elevado suspense, ya tenemos la clave del incontestable éxito de este subgénero.
Basada en la novela homónima de Paul Gallico, la historia tenía la original propuesta de no ser un simple naufragio en la que un gran navío se hunde sino la particularidad de que sus viajeros debían sobrevivir mientras aun permanecían en él después de haber sido puesto boca abajo. Es decir, un punto de vista muy diferente a lo ocurrido en el Titanic.
En la producción estaba un especialista como Irwin Allen, que años más tarde haría lo propio en otro de los grandes del cine catastrófico como fue “El coloso en llamas”. En la dirección estuvo Ronald Neame, que también posteriormente quiso repetir éxito con una película de formato similar, pero con muy diferente resultado. Fue con “Meteoro” y supuso un auténtico fracaso, a pesar de contar con actores como Sean Connery, Natalie Wood o Henry Fonda.
Sin embargo, el dúo Allen/Irwin en este film lo bordó. Y ésto se debió a varios aciertos. Por un lado, el diseño artístico fue verdaderamente meritorio para la recreación de un barco que era el auténtico protagonista de la función. Para las escenas pre-accidente se rodó en el Queen Mary. Y, por otro lado, el escaso tiempo de introducción, sin perderse en largas presentaciones de personajes. No, se va al grano desde bastante pronto y se imprime un gran ritmo.
Se tomó por costumbre para estas grandes películas con
repartos corales bien amplios mezclar un par de estrellas en plenitud con otras
en el declive de sus carreras, pero cuyos nombres y aportaciones daban lustre
al film de cara al objetivo comercial. Cumpliendo con ésto, tenemos a Gene
Hackman, Ernest Borgine, Shelley Winters, Pamela Sue Martin, Red Buttons, Roddy
McDonald o el mismísimo Leslie Nielsen.
Fue un considerable éxito de taquilla y critica que además
optó a ocho Oscars en 1972, aunque tan solo consiguió el botín de dos de ellos
y a los Efectos Especiales y Mejor Canción por “Morning after”.
Contó con una secuela “Más allá del Poseidón” con Michael
Caine, Sally Field y Telly Savalas, Karl Malden y otros, pero no dio el
resultado de su predecesora. Otra versión para televisión en 2005 con el mismo
título de la que hoy comentamos y un remake dirigido por Wolfgang Petersen en
2006, con Kurt Russell y Richard Dreyfuss, bastante aceptable y que fue un
éxito de taquilla.
Hace poco vi el remake de Petersen del que hablas, y la verdad es que cumple;vamos que entretiene , poco más o menos que el clásico del 72. A fin de cuentas este subgénero , como lo has llamado, lo que realmente busca es entretener, sin más
ResponderEliminarBellísima película
ResponderEliminar