Los Wakowski ya habían sorprendido a todo el mundo con la primera parte. Habían explotado visualmente el "efecto Matrix" a mansalva ¿Como cerrar la trilogía de forma digna? ¿Como superar lo ya mostrado? Pues, quizá, no lo consiguieron. Quizá, el listón estaba demasiado alto, colocado por ellos mismos.
Pues si había algo que no se había mostrado debidamente es la muy nombrada ciudad bastión de la resistencia humana, Sion. Independientemente del valor de esta saga en su conjunto, hay que reconocerle a los directores la gran labor de recreaciones de escenarios y decorados que contribuyeron a crear una magnífica ambientación.
De las tres partes, puede que sea ésta la que menos me entusiasmó. Aunque si me pareció espectacular la entrada de los "gusanos" en las fortificaciones subterráneas de Sion y la resistencia numantina de los robots pilotados por humanos (un poco al estilo del utilizado por Ripley al final de "Aliens, el regreso").
Pero si algo era esperado en este final de saga fue el enfrentamiento personal entre Neo y el Agente Smith, que adquiere dimensiones épicas, en comparación con las anteriores entregas.
El mundo sobre la superficie de la tierra, bajo la máscara ficticia de "Matrix", adquiere aquí una imagen más apocalíptica, casi hasta de videojuego. La extensísima pelea de los dos antagonistas podrá ser lo fantasiosa que se quiera pero también goza de un tono épico muy respetable.
¿No le recuerda a nadie, cuando el Agente Smith y Neo pelean por el aire, al enfrentamiento final de Superman con el General Zod de "Man of Steel"? En todo caso, este último sería el que plagia. Pero vamos, creo que simplemente se parecen.
El desenlace de toda la historia dejó una puerta abierta a una posible continuación, dejando ver que lo ocurrido no era más que parte de un ciclo que estaba condenado a repetirse una y otra vez. No ha sido así hasta la fecha, es decir, no se ha rodado ninguna secuela. Pero no es descartable que pueda retomarse en un futuro.
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