Se estrena este mes la tan cacareada secuela de “Avatar”, que parece que transcurrirá en buena parte en los océanos de Pandora, de hecho, se titula “Avatar, el sentido del agua”, lo que me ha dado la idea de hacer un ciclo de películas cuya trama se desarrolle mayoritariamente en ese medio, el agua. Y que mejor que empezar con este clásico, cuyo argumento transcurre en el interior de un submarino.
Submarino que en el momento del estreno, en 1954 era un adelanto tecnológico sobradamente conocido que incluso en la Segunda Guerra Mundial había tenido una gran importancia militarmente en la contienda naval, pero en el momento de la publicación de la novela homónima en que se basa suponía un adelanto más característico de la ciencia ficción, que era en 1869.
Novela cuyo contenido tuvo que ser considerablemente recortado para su adaptación a la película pues originalmente era mucho más extenso. Aun así me parece la mejor adaptación de la obra de Julio Verne, y no es que hayan sido pocas las que ha habido. Aunque concretamente de este libro solo ha habido esta versión, lo cual es raro, teniendo en cuenta la cantidad de remakes y reboots que se hacen hoy en día.
Si hay una versión para televisión 1997, con nada menos que Michael Caine como Capitán Nemo, pues era un gran fan de la obra de Verne y de ésta en particular, y Patrick Dempsey y Mia Sara en el reparto, pero no es precisamente muy recomendable, a pesar de pretender ser más fiel al texto original y tener una duración mayor, de 157 minutos.
La de 1954, fue la primera película para imagen real totalmente financiada por Disney. De hecho, en un principio se pretendía que fuera de animación. Por supuesto, Disney metió la tijera todo lo que pudo a la hora de recortar escenas de violencia cuidando de que resultara un producto para todos los públicos. Sólo permitió en ese sentido la secuencia del ataque del pulpo, la más complicada de rodar, para la que se necesitaron seis semanas de tiempo.
La jugada le salió redonda a Disney. Invirtió en la película 5 millones de dólares pero recaudó 28 en taquilla. Además, tuvo muy buenas críticas, calificándola como un film de aventuras tremendamente divertido y con una excelente ambientación. Por si fuera poco, logró dos Oscars, a la dirección artística y a los efectos especiales. Y una nominación más al montaje.
En el reparto estaban Kirk Douglas, como gran estrella, pero para el papel más importante, el de Nemo, se eligió a James Mason. Aunque anteriormente se había considerado a Gregory Peck, cuya agenda no le permitió aceptar. Curiosamente, dos años después interpretó a otro capitán, Ahab, en la adaptación de la novela de Herman Melville de “Moby Dick” a cargo de John Houston. Completaban el elenco Paul Lukas y Peter Lorre.
En la dirección un cineasta no muy reconocido en la época incluso ahora considerado un mero artesano pero que tenía títulos tan interesantes en su filmografía como “El estrangulador de Boston”, “Terror ciego”, “Conan, el destructor “ o “Cuando el destino nos alcance". Su nombre era Richard Fleischer.
Fleischer, para el rodaje, dada la envergadura de la producción, tuvo que pedir usar los estudios de Universal y Twenty Century Fox, donde se construyeron los interiores del Naitilus diseñados por Roland Hiller (que después diseñaría el castillo de "La bella durmiente"). Esos sets fueron usados después como atracciones de Disney, al igual que la maqueta del Naitilus expuesta en el Walt Disney Center.
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