El éxito de “Parque Jurásico” de la mano de Steven Spielberg fue el pistoletazo de salida para que productores, guionistas y directores se lanzaran a por las otras novelas de Michael Crichton, que por otro lado, parecían escritas para ser adaptadas al cine. Sin embargo, no tuvo tan buen recibimiento la adaptación de “Congo” ni para crítica ni para público.
La crítica periodística le propinó una manta de palos y el público no la valoró mucho mejor a juzgar por las notas que tiene la película en la mayoría de webs de cine. Aunque es cierto que con los años se ha convertido en una cinta reivindicable con la que los espectadores han ido simpatizando más. Pero en su momento fue nominada al Razzie (el Antioscar) en nada menos que siete categorías.
Quizá las altas expectativas por aquello de “del creador de Jurassic Park” generó decepción inicialmente. A mí no, personalmente me pareció y me lo sigue pareciendo, una película entretenida y muy divertida, que no se toma en serio en sí misma como muchos esperaban y que tiene una agradable aroma a serie B. Serie B con dinero.
Porque costó 50 millones de dólares y contrariamente a lo que parece recordarse de ella, como un fracaso, fue muy rentable en taquilla, recaudando el triple de lo que costó, 152 millones. No obstante, incluso para un simpatizante con la película como un servidor hay que reconocer que el guion es prácticamente un despropósito constante, con innumerables cambios respecto a la novela de Crichton pero a pesar de ello manteniendo la esencia respecto a la influencia de “Las mina del rey Salomón”.
Pero es que además como director tiene una filmografía más corta pero con títulos tan reconocibles como “Aracnofobia” (la cual no volveré a ver jamás por padecer la fobia a la que hace referencia), “Viven” (probablemente su mejor película), la propia “Congo” y la muy adisneylada “Bajo cero”.
El rodaje in situ fue bastante tormentoso (nunca mejor dicho) siendo azotados constantemente por lluvias torrenciales, por lo que para ciertas escenas clave se recreó una selva artificial en un estudio pero con hasta 2500 plantas naturales. Otra de las preocupaciones fue la recreación de los simios. Para Amy, un equipo de setenta personas estuvo seis meses trabajando en un gorila animatrónico, para cuyos movimientos estudiaron al comportamiento de los simios en libertad.
Para os de la ciudad de Zinj, los verdaderos villanos de la historia, los que convierten la película en un monster movie de libro, Marshall intentó recrearlos de forma digital pero resultó imposible que el pelo quedará realista. Finalmente se recurrió a un truco más clásico, utilizar a personas disfrazadas de monos, lo cual, curiosamente, considero que funciona bastante aceptablemente.
Tiene un reparto lleno de caras conocidas aunque sin estrellas. Habituales secundarios como Laura Linney, Dylan Walsh, Ernie Hudson, Tim Curry o Joe Pantoliano. Hugh Grant y Robin Wright rechazaron los papeles protagonistas de los dos primeros. Por cierto, el papel del novio explorador de ella fue para Bruce Campbell, conocido por la célebre “Posesión infernal “ y en la escena en la que es encontrado muerto, lleva la misma ropa que en aquella película.
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