Era
inevitable, esta película tenía que estar porque retrata la vida
del mejor actor de películas de arte marciales de todos los tiempos, el que me arriesgo a asegurar que jamás será superado pues ya
supone todo un icono popular que perdurará a lo largo de la historia
del cine y la lucha marcial. Por qué los actores de este subgénero
no son mejores o peores por su talento interpretativo, de hecho
normalmente no lo tienen, sino por sus capacidades atléticas.
Desde
luego éste si es un biopic en toda regla pues no se centra en un
periodo específico de su vida, cómo hacen otros biopics, sino que
narra su trayectoria desde su juventud hasta su muerte (aunque no la
muestra). Nos cuenta su viaje de China a los Estados Unidos, dónde
se enfrentó a los clanes orientales por enseñar sus técnicas de
lucha a los occidentales y también al racismo de los estadounidenses.
Pero
además incluye un aspecto muy interesante, las creencias chinas,
dándole un carácter de misticismo y leyenda. Nos muestra un Bruce
Lee enfrentándose, desde que tenía uso de razón, a sus fantasmas y
sus demonios. Es especialmente interesante porque mantiene la teoría
de que fuera la razón de su muerte, la de ser víctima de una
maldición que le persiguió desde su nacimiento.
En
el artículo de “Operación Dragón” enumeramos las diferentes
teorías acerca de la aún hoy misteriosa muerte de Bruce Lee. No
vamos a volver a hacerlo pero si vamos a profundizar la que dejan
entrever en esta película. En ella se mantiene que Lee estaba
perseguido por la maldición de los hijos primogénicos, a causa de
la muerte de uno de sus hermanos. Sin embargo, según el horóscopo
chino, Bruce nació en el año del Dragón, presagio de buena suerte
y de personas destinadas a ser nobles, carismáticas, sabias y
creativas. Lo cual se cumplió.
Pero
es cierto que hay ciertas casualidades que, al menos, dan que pensar.
Aparte de lo extraño de su fallecimiento, fuera por la razón que
fuera, llama la atención que su hijo corriera la misma suerte cuando
también prometía ser una estrella del cine de acción. Brandon Lee
murió tan solo un par de meses antes del estreno de esta película.
Pero
hay más. Brandon murió durante el rodaje de “El cuervo” y
también hubo que completar la película por otros medios, en este
caso, por infografía. Al igual que Bruce, qué murió durante el
rodaje de “Juego con la muerte” y hubo que completarla con
dobles. Pero es que además, en el argumento de la película, el
villano planeaba matar al personaje de Bruce Lee con una bala
perdida, qué es justo la razón de la muerte real de Brandon, una
bala real entre otras de fogueo.
En
la dirección estaba un Rob Cohen que venía de la televisión, que
probablemente ésta sea su mejor película y que después de ella se
especializó en cine de acción. Después vendrían “Dragonheart”,
“Daylight, pánico en el túnel”, “The skulls”, “A todo
gas”, “Triple X”, “ The stealth” y “La momia 3”. Todas
peores que la que hoy comentamos. Y es que para ésta estuvo
especialmente inspirado por su admiración por el propio Bruce Lee, e
incluso coescribió el guion.
Para
ello se basó en el libro escrito por la esposa de la estrella, Linda
Lee Cadwell, “Bruce Lee, el hombre que conocí”, en 1975, y el de
Robert Clouse (quién dirigió al actor en “Operación Dragón”),
“Bruce Lee, la biografía”. Además, Cohen se entrevistó en
numerosas ocasiones con Linda Lee y con su hijo, Brandon, a quién le
ofreció el papel para interpretar a su padre en la pantalla, pero lo
rechazó.
Finalmente
fue a parar a Jason Scott Lee (no tiene ningún parentesco familiar a
pesar del apellido), quién fue muy bien valorado por su
interpretación. Le acompañaron Lauren Holly y Robert Wagner. Tanto
Scott Lee como Holly fueron entrenados en la disciplina que enseñaba
Bruce Lee, el Jeet Kune Do, por uno de sus discípulos, Jerry
Poteet. La película tuvo buenas críticas, tanto por su parte
dramática como sus escenas de lucha. Costó 16 millones de dólares
y recaudó 63 en taquilla.
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