Sin
duda, la película de moda del cine coreano, tras su éxito en los Oscar de la edición de este año, dando la sorpresa y dejando a
propios y extraños con la boca abierta. Lo triste es que antes de
este triunfo personalmente tuve problemas para encontrar un cine en
el que lo proyectaran. Los mismos que tuve con otros títulos como
“Midsommar” o “Suspiria” (2018). Y cuando las ví, en la sala
no había ni diez personas.
Digo ésto para todos esos que se quejan de la secuelitis, de la alta
población de películas de superhéroes, de los remakes y los
reboots, pero luego llenan sus salas. Pero películas más modestas y
con carácter de autor, son ignoradas por la mayoría del público,
que después va a las redes sociales a quejarse de lo mismo que ellos
están provocando. Y es lo que le habría pasado a “Parásitos”
si no fuera por sus Oscars.
De
todos modos, me alegro de que muchos hayan descubierto un cine de tal
calidad cómo es el coreano, qué adelantó al que era más
internacionalizado de Asia cómo era el japonés, en su faceta de
terror principalmente, o al chino, con el wuxia. De repente, aparecía
gente en Facebook o Twitter recomendando películas coreanas, páginas
realizando lista de los mejores títulos de ese país, porque es lo
que tienen las modas, qué hay que explotarlas.
“Parásitos”
fue la primera película coreana en ganar la Palma de oro en Cannes y
la primera película de habla no inglesa en ganar simultáneamente el Oscar a la mejor Película Extranjera y mejor Película en general,
lo que a uno le hace pensar que para qué sirve la primera categoría.
Es como poder ganar la Europa League y la Champions a la vez. De
todos modos, el año pasado estuvo a punto de conseguirlo “Roma”
pero no.
Además
de esos, “Parásitos” consiguió otras dos de las estatuillas más
preciadas, la de director y la del guion original. Vaya por delante
que simpaticé con la idea de que un tipo de Corea llegara a Estados
Unidos y barriera. Pero personalmente para mí la mejor era “Joker”,
aunque no albergara esperanzas en que ganara y por ello aposté por
“1917”. No obstante no me chirrió que ganara la coreana.
Porque
a su director, Bong Joon-ho ya le venía siguiendo desde “Memories
of murder”, interés que confirmó con “The host” (aunque en un
primer visionado no terminó de convencerme) y “Mother”. Ya en su
etapa más anglosajona, con dos titulos como "Rompenieves” (de la
que incluso se ha hecho una serie, aunque no le hace justicia) y
“Okja”. De producción coreana pero repartos americanizados. “Parásitos” es mejor que todas ellas.
Bong
Joon-ho, fiel a sí mismo, explotó excelentemente dos constantes de
su cine. Por un lado la mezcla de géneros, desde la comedia, pasando
por el drama y hasta el thriller de intriga. Y por otro, tocando uno
de los temas que más preocupan al cineasta, las diferencias entre las
clases sociales. En ese aspecto, es muy importante el concepto de
“Parásitos” y cómo va atribuyéndose a distinta clase de
personajes en la película.
A
grandes rasgos, se podría pensar que es la familia que se va
introduciendo en la casa de los ricos y la que está parasitando. Es
lo más literal. Pero Bong Joon-ho va más allá y lo que quería
realmente decir es que son precisamente los ricos los “parásitos”.
Gente que no pueden enseñar a sus hijos, conducir sus coches,
cocinar sus comidas o llevar sus casas sin la ayuda de personas
contratadas para tales menesteres.
La
historia está inspirada en un suceso ocurrido en 1930, cuando
Christine y Lea Popin asesinaron a sus empleadores. Por supuesto, la
película tuvo excelentes críticas y funcionó perfectamente el
económico. Costó 11 millones de dólares y recaudó en taquilla 128.
Por cierto, a los que dudaban si el final era feliz o no, la
respuesta es no. El hijo jamás conseguirá el dinero para comprar la
casa, porque ese es el mensaje de la película.
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