miércoles, 25 de noviembre de 2020

Escenas Míticas: Cine coreano - El extraño

 

 
    Si anteriormente fue el cine japonés el que en mayor medida nos llegaba a Occidente en su vertiente de terror, explotándonos un concepto de éste distinto al que estábamos acostumbrados, basado en sus propias leyendas y con un ideal de fantasma muy particular, el cine coreano nos ha llegado más a través del policíaco y de acción, sobrepasando en interés al género de terror japonés quizá un tanto sobrevalorado.
 
 

 
   Prueba de ello son las dos películas anteriores, y las únicas pues Na Hong-Jin tan solo tiene tres títulos, en su filmografía, al menos si atendemos a los largometrajes.”The chaser” y “The yellow sea” van precisamente en esa línea de thrillers de acción y policiaco. Pero precisamente en su tercer film, aunque comenzando en un tipo más de psicokiller, paulatinamente va tornando hacia el terror.



   De hecho, cumple esa premisa que venimos comentando como característica del cine coreano, la mezcla de géneros. De tal manera que si la trama se nos presenta como un thriller policíaco de asesinos en serie, por el camino incluso tocando la comedia, termina situándose claramente en el terror con toques de fantástico sin perder ocasión de dar un mensaje social.
 


   Porque toca el tema de la precaución de los acechadores de las zonas rurales de Corea, el temor por los depredadores sexuales, la pederastia y asesinos rituales. Todo también relacionado con una crítica a la xenofobia. No es casualidad que “El extraño”, el peligro por la comunidad coreana , este representado en un japonés, fobia que ya se había visto en el chino.
 

   Pero básicamente, o más bien predominantemente, es una película de terror. En ese sentido lo tiene todo. Hay posesiones, brujería, leyendas e incluso zombis y el mismísimo diablo. No le falta de nada. Pero en un estilo muy distanciado del terror japonés, más fundamentalmente basado en el miedo a través de sustos. Aquí ese miedo nos llega mediante el horror implícito en la historia.



   Una de sus características qué más la aleja de la fórmula habitual es no desarrollarse prácticamente nada en el interior de las casas. Nos muestra una Corea rural, haciendo un excelente uso del paisaje, de sus montañas y sus bosques, de las zonas poco pobladas, y remarcándolas con una gran fotografía. Además, no se corta en absoluto en el uso de la violencia, la cual muestra de forma explícita, con generosas dosis de sangre, incluso algo de gore.


    Una de las bazas que mejor utiliza es el tratamiento del montaje, al que habría ayudado para ser más equilibrado especialmente con el ritmo, un recorte de metraje por qué, como a otras tantas películas coreanas, se le va la mano en este aspecto, aquí hasta las dos horas y media. Aunque es cierto que viendo la película no hay partes que descaradamente sobren. Quizá cuando más se acerca a la comedia en su primer tercio. Pero no hay una sensación de que haya alargado en demasía.



   Otra característica que cumple con el cine coreano es el de tener un final trágico. No es casualidad que las cuatro películas de este ciclo compartan ese rasgo. Dicho ésto, “El extraño” tenía una escena final, un epílogo que finalmente fue eliminado, en el que el japonés, sentado en un banco junto a la carretera, ofrecía dulces a un niño, pero antes de llegar a tocarle, su madre se lo llevaba, y el japonés sería recogido por su cómplice en coche y se marchaba ante la mirada de la “mujer de blanco”.
 


   La película fue premiada en la mayoría de los certámenes asiáticos de 2016. E incluso fue galardonada como mejor Película Asiática en el Festival de Sitges. Además de llevarse la fotografía. Obtuvo generalmente muy buenas críticas, y también funcionó en lo económico, costó 8 millones de dólares y recaudó 51 en taquilla.
 



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