jueves, 15 de junio de 2017

Escenas Míticas: Piratas - Master & Commander




   ¿Qué hace este título en ciclo de piratas? Es lo que, a buen seguro, os estaréis preguntando muchos al verla aquí. Pues bien, para mi sigue siendo una película que cumple con la mayoría, si no todas, de premisas del subgénero de piratas. Poco me importa que los personajes vistan los elegantes uniformes ingleses o franceses de las guerras napoleónicas, y que no beban ron.




   Porque, en definitiva, el argumento gira en torno a lo mismo, al juego del ratón y el gato, de dos barcos enfrentados cuyos capitanes tienen que hacer valer sus argucias estratégicas y sus trucos de “lobo de mar”. Porque, como en cualquier película de piratas, tenemos espectaculares batallas navales, abordajes, tempestades, . . .



   La película se basa en la serie de novelas de Patrick O´Brien, que fueron como unas veinte, donde se describían las aventuras del Capitán Aubrey y el Doctor Maturin. Si bien, el escritor se inspiró en dos capitanes que combatieron en las Guerras Napoleónicas, Lord Thomas Cochrane y William Woolsey. Aunque en la novela inicial no se trataba de un navío francés el enemigo sino estadounidense.



   La película comienza ya metida en faena, saltándose el habitual prólogo en tierra y la partida desde puerto. No, aquí lo primero que vamos a ver es un gran combate en alta mar. El film explota esa espectacularidad, junto a un correcto desarrollo de los personajes y un poderoso aroma de cine de aventuras mucho más que bélico.



   La valía y talento de Peter Weir está fuera de toda duda. Y prueba de ello sería hacer un repaso por su filmografía, donde ya había muestras de ese cine aventurero en “La costa de los mosquitos”, buenos suspenses como “La última ola” o “Único testigo”, bélico con “Gallipoli”. Dramas con mensaje como “El año que vivimos peligrosamente” o “El show de Truman”.



   Al frente del reparto estaba un ya totalmente consolidado como estrella Russell Crowe como Aubrey y el siempre efectivo Paul Bettany como compañero de correrías en el buque “Surprise”, el Doctor Maturin. Junto a ellos James D´arcey y Billy Boyd, que intercaló este film en el rodaje de la trilogía de “El señor de los anillos” como el hobbit Peregrin Tuk, alias Pippin.



   La película cosechó excelentes críticas y llegó a ser nominada hasta en once categorías en su edición correspondiente de los Oscar de 2003, logrando tan solo dos de ellos, Sonido y la inapelablemente maravillosa fotografía. Sin embargo, la respuesta del público en las taquillas no fue ningún éxito. Tampoco fracaso. Se invirtieron 150 millones y se consiguieron 212. Un poco justita.



   En mi opinión, es una gran película, con escenas, como podemos ver, visualmente impresionantes, interpretaciones muy dignas, y con imágenes realmente bellas. Mereció más seguimiento por parte del público.

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